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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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domingo, 18 de febrero de 2024

Susurros Básicos del Nagual acerca de la Segunda Atención y el Centro de Decisiones

Los cambios son difíciles y ocurren muy despacio; a veces una persona tarda años en convencerse de la necesidad de cambiar.

Existen poderes en la Tierra que guían a los hombres, los animales y todo lo que vive. Guían nuestra vida y nuestra muerte.
Aceptamos la responsabilidad de estar en este mundo impenetrable? La gente dice: "Hago lo que puedo", cuando en realidad no saben lo que pueden hacer, porque antes de llegar a ningún sitio, ya han abandonado. La razón inconsciente de este comportamiento, tiene que ver con la creencia de tener mucho tiempo. Esto conduce, inevitablemente, a la postergación; la cual debilita nuestra energía vital con una cantidad enorme de deseos frustrados.
La gente que vive feliz es aquella que tiene mucho cuidado con la naturaleza de sus actos. Cuando una persona pone su atención en el hecho de no tener tiempo y deja que sus actos fluyan de acuerdo con eso. Cuando sus actos se convierten en su última batalla sobre la Tierra, sólo bajo tales circunstancias tendrán sus actos el poder que les corresponde. De otro modo serán, mientras viva, los actos de una persona tímida. La timidez le hace a uno agarrarse a algo que sólo existe en sus pensamientos. Le apacigua mientras todo está en calma, pero luego el mundo de pavor y misterio se abre, y entonces se da cuenta de que sus caminos seguros, nada tenían de seguros. La timidez nos impide examinar y aprovechar nuestra suerte como hombres.

El centro de decisiones se ubica en el cuerpo humano en un área específica entre las glándulas tiroides y timo. El centro de decisiones se encuentra prácticamente sin energía en el ser humano, debido a que ésta es apartada de este centro, en épocas muy tempranas de su existencia. Debido al absorbente estallido de la conciencia que se experimenta en el momento del nacimiento, nuestra atención queda fijada con los detalles de la percepción, interpretada por nuestro encéfalo. A partir de aquí, comienza la aventura de la vida y la amnesia de la totalidad de nuestra conciencia; al ser fijada, nuestra atención, en sostener el mundo de todos los días, la parte consciente y racional de nuestra mente: (la primera atención). Sostener la primera atención, el mundo de todos los días, requiere de nosotros el uso constante de la totalidad de nuestra energía. No obstante, el cuerpo humano necesita, cada día, entrar en contacto obligado, con esa otra parte de la conciencia misma y que se halla oculta bajo el estruendoso ruido de la primera atención. Así entramos cada noche en el estado de sueño.

Desde que la especie humana recuerde, siempre se han empleado métodos, unos naturales y otros no, para permitir el acceso y descifrar los misterios de la segunda atención: la parte inconsciente de nuestra mente. Los pases mágicos permiten la acción inmediata en los actos cotidianos de la persona y sin una participación volitiva de su parte y reportándole, así mismo, los beneficios que siempre ha deseado. De esta manera se consigue eliminar la participación activa de la mente racional y sus interpretaciones absurdas de un mundo previsible y controlado.

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viernes, 12 de enero de 2018

Pórtico del Infinito

El punto de enfoque de la muerte es prodigioso, restituye los verdaderos valores de la vida.

El "no-hacer" es una actividad especialmente diseñada para desterrar de nuestras vidas todo vestigio de cotidianidad. El "no-hacer" introduce a un guerrero en un ámbito de maravilla y desconcierto muy refrescante para la energía, a cuyo efecto sobre la conciencia se le llama "parar el mundo".
El "no-hacer" no se puede razonar. Cualquier esfuerzo encaminado a comprenderlo, en realidad es una interpretación de la enseñanza que cae automáticamente en el campo del hacer.

La premisa de un guerrero para tratar con este tipo de prácticas es el silencio mental, y la calidad de silencio requerida para algo tan descomunal como parar el mundo, sólo puede venir de un contacto directo con la gran verdad de nuestra existencia, la de que todos vamos a morir.
Conocerse a sí mismo, ser conscientes de la muerte personal. Ella no es negociable, es lo único que de veras se tiene. Todo lo demás podrá fallar, pero la muerte no, a ella puede darse por segura. Podemos aprender a usarla para producir efectos verdaderos en la vida.

Un guerrero que cuenta con su humildad sabe que su destino es el mismo que el de cualquier otro ser vivo de la tierra. Así que, en lugar de ilusionarse con falsas esperanzas, trabaja concreta y duramente para salir de su condición humana y acogerse a la única salida que tenemos: la ruptura de nuestra barrera perceptual.
Al mismo tiempo que escucha el consejo de la muerte, un guerrero se hace responsables de su vida, de la totalidad de sus acciones. Se observa, se reconoce y vive intensamente. La intensidad es lo único que puede salvarnos del aburrimiento.
Una vez alineados con la muerte se está en condiciones de dar el siguiente paso, reducir al mínimo el equipaje. Este es un mundo-prisión y hay que salir como fugitivos, sin llevar nada. Los seres humanos somos viajeros por naturaleza. Volar y conocer otros horizontes es nuestro destino.

El poder que nos rige nos ha dado a elegir. O pasamos la vida merodeando en torno a nuestros hábitos, o nos animamos a conocer otros mundos. Sólo la conciencia de la muerte puede darnos el empujón necesario.
La persona común pasa su existencia entera sin detenerse a reflexionar, porque piensa que la muerte está al final de la vida; al fin y al cabo, ¡siempre tendremos tiempo para ella! Pero un guerrero ha descubierto que eso no es cierto. La muerte vive a un costado, a un brazo de distancia, permanentemente alerta, mirándonos, dispuesta a saltar a la menor provocación. El guerrero convierte su miedo animal a la extinción en una oportunidad de gozo, pues sabe que todo lo que tiene es este momento. Piensen como guerreros, ¡todos vamos a morir!.

Los humanos tenemos una visión egocéntrica y extremadamente simplista del universo. Jamás nos detenemos a considerar nuestro destino como seres transitorios. Sin embargo, la obsesión por el futuro nos delata.
No importa la sinceridad o el cinismo de nuestras convicciones, en el fondo, todos sabemos qué es lo que va a pasar. Por eso dejamos señales. Construimos pirámides, rascacielos, hacemos hijos, escribimos libros o, por lo menos, dibujamos nuestras iniciales en la corteza de un árbol. Detrás de ese impulso subconsciente está el temor ancestral, la convicción callada de la muerte.

A diferencia del hombre común, un guerrero está ávido de cualquier situación que le lleve más allá de la interpretación social. ¿Qué mejor oportunidad que su propia extinción?
Gracias a sus frecuentes incursiones por lo desconocido, él sabe que la muerte no es natural, es mágica. Las cosas naturales están sujetas a leyes, la muerte no. Morir es siempre un suceso personal, y por esa sola causa, es un acto de poder.
La muerte es el pórtico del infinito. Una puerta hecha a la medida de cada uno de nosotros, que cruzaremos un día de vuelta al origen. Nuestra falta de comprensión nos mueve a verla como el reductor común. Pero no, no hay nada de común en ella; todo a su paso se torna extraordinario. Su sola presencia da poder a la vida, concentra los sentidos.

Nuestra existencia está hecha de hábitos. Al nacer, ya estamos programados como especie, y nuestros padres se encargan de estrechar aun más ese programa al conducirnos hacia lo que la sociedad espera de nosotros. Pero nadie puede morir como rutina, porque la muerte es mágica. Ella te hace saber que es tu inseparable consejera y te dice: "Sé impecable; la única opción es ser impecable."

Un guerrero no es negativo, no busca el fin. Pero él saben que lo que le da valor a la vida es tener un objetivo por el cual morir. El futuro es imprevisible e inevitable. Algún día ya no vas a estar aquí, así que ya te fuiste.
Tanto para el guerrero como para el hombre común la urgencia de vivir es la misma, porque ninguno de los dos sabe cuándo se acabarán sus pasos.
¡La muerte no es un juego! Si no fuera por ella no habría fuerza alguna en lo que hace un guerrero. Ella te involucra personalmente, quieras o no. Tú puedes ser tan cínico como para descartar otros tópicos de la enseñanza, pero no puedes burlarte de tu final, porque está más allá de tu decisión y es implacable.
Todos estamos ahí, esperando en el andén de la eternidad, pero no todos lo sabemos. La conciencia de la muerte es un arte mayor.

Cuando un guerrero pone en jaque a sus rutinas, cuando ya no le importa estar acompañado o estar solo, porque ha escuchado el susurro silencioso del espíritu, entonces se puede decir que, verdaderamente, ha muerto. A partir de ahí, aun las cosas más simples de la vida se vuelven para él extraordinarias. Por eso un guerrero aprende a vivir de nuevo. Saborea cada momento como si fuera el último. No se consume en disgustos ni derrocha su energía. No espera a ponerse viejo para reflexionar sobre los misterios del mundo. Se adelanta, explora, conoce y se maravilla.

Si quieres hacer espacio a lo desconocido, dale entrada a tu extinción personal. Acepta tu destino como el hecho inevitable que es. Purifica ese sentimiento, haciéndote responsable por el increíble suceso de estar vivo. No le supliques a la muerte, ella no es condescendiente con quienes claudican. Invócala, consciente de que viniste a este mundo para conocerla. Desafíala, aun sabiendo que, hagas cuanto hagas, no tienes la menor posibilidad de vencerla.

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miércoles, 10 de febrero de 2016

Un Conocimiento Absolutamente Crucial

En el mundo de la vida cotidiana, nuestra palabra y nuestras decisiones se pueden revocar muy fácilmente. Lo único irrevocable en el mundo cotidiano es la muerte. En el mundo de los chamanes, en cambio, la muerte puede recibir una contraorden, pero no la palabra de un guerrero. En el mundo de los chamanes las decisiones no pueden cambiarse o revisarse. Una vez que han sido tomadas, valen para siempre.

Una de las cosas más dramáticas de la condición humana es la macabra conexión que existe entre la estupidez y la imagen de sí. Es la estupidez lo que obliga al hombre corriente a descartar cualquier cosa que no se ajuste a las expectativas de la imagen que tiene de sí mismo. El hecho de ser hombres corrientes, por ejemplo, hace que seamos ciegos a una parte del conocimiento accesible al ser humano que es absolutamente crucial: la existencia del punto de encaje y el hecho de que puede desplazarse.

El hombre racional, al aferrarse tercamente a la imagen que tiene de sí mismo, se garantiza una ignorancia abismal. Ignora el hecho de que el chamanismo no es cuestión de encantamientos ni abracadabras, sino que es la libertad de percibir no solo el mundo que se da por sentado, sino todo lo que es humanamente posible lograr. El hombre corriente tiembla ante la posibilidad de ser libre, aunque la libertad está al alcance de su mano.

Uno de los problemas del hombre es que intuye sus recursos ocultos pero no se atreve a utilizarlos. Por eso dicen los guerreros que el problema del hombre es el contrapunto que crean su estupidez y su ignorancia. El hombre necesita ahora, más que nunca, que le enseñen nuevas ideas que tengan que ver exclusivamente con su mundo interior; ideas de chamanes, no ideas sociales; ideas relativas al enfrentamiento del hombre con lo desconocido, con su muerte personal. Ahora, más que nunca, necesita que le enseñen los secretos del punto de encaje.

El espíritu únicamente escucha a quien le habla con gestos. Y los gestos no son señas o movimientos del cuerpo, sino actos de verdadero abandono, actos de generosidad, de humor. Como gesto hacia el espíritu, un guerrero saca lo mejor de sí mismo y sigilosamente se lo ofrece a lo abstracto.

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miércoles, 2 de diciembre de 2015

El Poder
3er. Enemigo Natural en el Camino del Conocimiento

Después de desafiar a la claridad, y vencerla, un guerrero sigue avanzando por la senda del conocimiento. Es entonces cuando se dará cuenta de que el poder perseguido durante tanto tiempo por fin es suyo. Puede hacer con él lo que se le antoje. El poder se convierte es su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla del nagual. Ve claro y parejo todo cuanto hay a su alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: el poder.
Cuando un hombre conquista el poder, éste se convierte en el más fuerte de todos los enemigos. Y, naturalmente, lo más fácil es rendirse; después de todo, el hombre es de veras invencible. Él manda; empieza tomando riesgos calculados y termina haciendo reglas, porque es el amo del poder.
Un hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin darse cuenta, habrá perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel y caprichoso.
Un hombre vencido por el poder muere sin saber realmente cómo manejarlo. El poder es sólo una carga sobre su destino. Un hombre así no tiene dominio de sí mismo, ni puede decir cómo ni cuándo usar su poder.

Para vencer a su tercer enemigo, el poder, tiene que desafiarlo con toda intención. Tiene que darse cuenta de que el poder que aparentemente ha conquistado nunca fue suyo en realidad. Debe tenerse a raya en todo momento, manejando con tiento y con fe todo lo que ha aprendido. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que todo se domina. Entonces sabrá cómo y cuándo usar su poder. Y así habrá vencido a su tercer enemigo.

Desafiar al Poder
El poder para un hombre de Conocimiento es solo un “periodo de asentamiento". Un periodo de reposo, en el que el guerrero descansa razonablemente en paz por el tiempo suficiente para consolidar su aprendizaje. Es cuando comienza a ver el valor de transferir lo que ha aprendido de unas situaciones a otras, y darse cuenta de que el potencial de lo que ha aprendido es literalmente asombroso. Ha llegado a un punto en su progreso desde el que puede ver que en dicho aprendizaje radica su libertad. "Renuncia a lo que no quieres y quédate con lo que sí quieres". ¡Qué simple es lo obvio! ¡Y qué fácil! El guerrero necesita este periodo de respiro, porque todavía no ha llegado tan lejos como cree. Mas cuando esté listo para seguir adelante, marcharán a su lado compañeros poderosos. Ahora descansa por un rato, y los convoca antes de proseguir. A partir de ahí ya no seguirá adelante solo.

El guerrero necesita entender ahora que en realidad no sabía distinguir entre lo que tiene valor y lo que no lo tiene. Lo único que ha aprendido hasta ahora es que no desea lo que no tiene valor y que sí desea lo que lo tiene. Sin embargo, su propio proceso de selección, no le sirvió para enseñarle la diferencia. Creía que había aprendido a estar dispuesto, pero ahora se da cuenta de que no sabe para qué está dispuesto. Ahora tiene que alcanzar un estado que puede permanecer fuera de su alcance por mucho, mucho tiempo. Tiene que aprender a dejar de lado todo juicio, y a preguntarse en toda circunstancia qué es lo que realmente quiere.

Si sigue adelante desafiando al Poder, llegará a un “periodo de logros" y consolidará su aprendizaje. Lo que antes se consideraban simples sombras, se han convertido ahora en certezas, con las que puede contar en cualquier "emergencia", así como también en los periodos de calma. En efecto, el resultado de esas ganancias no es otro que la paz: el fruto de un aprendizaje honesto, de un pensamiento congruente y de una transferencia plena. Ésta es la fase de la verdadera plenitud, pues aquí se refleja completamente el espíritu. A partir de ahí, el camino a la libertad está despejado y no presenta ninguna dificultad ya que, en realidad, se da cuenta de que ya está aquí. Y, ¿quién iba a querer "ir" a ninguna otra parte, si ya goza de absoluta paz? ¿Y quién querría cambiar su libertad por algo más deseable? ¿Qué podría ser más deseable?

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viernes, 30 de enero de 2015

Espejos que Reflejan

En el camino del guerrero todo es posible. Pero una cosa es cierta: el mundo no es algo que pueda darse por sentado. En él debemos expresar nuestro agradecimiento ahora mismo, porque no existe el mañana. El futuro no existe, y cuando uno termina de recapitular y ha borrado el pasado por completo, solo le queda el presente. Entonces sabemos que el presente es solo un instante, nada más.

La conciencia universal parece tener dos niveles: el nivel de lo visible, del orden, de todo lo que es posible pensar o nombrar; y el nivel no manifiesto de la energía, que crea y sostiene todas las cosas.
Puesto que nos atenemos al lenguaje y a la razón, el nivel de lo visible es lo que consideramos como la realidad. Parece poseer un orden, es estable y predecible. Sin embargo, en realidad es escurridizo, temporal y siempre cambiante. Lo que juzgamos como la realidad permanente solo es la apariencia superficial de una fuerza insondable.

En el mundo del nagual debemos ser responsables de nuestras acciones. En el camino del guerrero nadie se siente importante, porque la importancia mitiga la fiereza.

Sabemos que una proyección está en marcha cuando sentimos un cambio energético. Las proyecciones son percepciones que no reivindicamos, ya que nos resulta más cómodo excluir de nosotros estos aspectos antes que asumirlos.
El concepto de oscuridad incluye, en realidad, a cualquier parte de nosotros, positiva o negativa, que no hayamos integrado o aceptado. Estas partes sombrías de nosotros seguirán activas y nos dominarán hasta que sean integradas.

Los seres humanos se abandonan fundamentalmente por cinco motivos que son universales: por el amor de otra persona, por la aceptación y la aprobación de alguien, para mantener la paz, para mantener el equilibrio, o para mantenerse en un estado de armonía.
Cuando pretendemos ser quienes no somos para conseguir el amor, la aceptación, o la aprobación de alguien, entramos en una forma de auto-abandono. Otra manera de abandonarnos a nosotros mismos –para mantener la paz, el equilibrio y la armonía− es evitar las cuestiones difíciles y no decir lo que pensamos.

No tener compasión significa ser auténtico diciendo la verdad sin culpabilidad ni juicio. Decir la verdad es un valor universal que hace colapsar las pautas de negación e indulgencia.
Decir la verdad aumenta la riqueza de las relaciones interpersonales. Para presentarnos ante los demás tal como somos y para tener relaciones humanas más satisfactorias, debemos ser al mismo tiempo conscientes y honestos.
Expresar la verdad sin culpabilidad ni juicio es ser capaz de decir las cosas tal como son.

Cuando la comunicación es íntegra siempre tiene en cuenta el contexto y el momento adecuado para expresar sus contenidos. La comunicación directa implica tener en cuenta que la palabra, el tono de voz y la postura corporal deben estar alineados.

El incesante poder interno que nos invita constantemente a ser quienes somos requiere la expresión de nuestra autenticidad, de nuestra visión y de nuestra creatividad.

Quien se acoge al mundo del nagual tiene que estar dispuesto a someterse a la más absoluta soledad. En el mundo del nagual soledad no significa desamparo sino que es un estado físico de aislamiento. Cuando recordamos quiénes somos, manifestamos nuestra auténtica identidad.

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domingo, 5 de octubre de 2014

La Genuina Batalla

En el arte de la guerra, una vez que se tiene el valor y la decisión de ir a la pelea, lo primero que se debe hacer es observar al enemigo para conocerlo bien y saber cómo combatirlo.

Tomoe Gozen

Creo que somos bienes inmuebles, accesorios, ganado. Pienso que pertenecemos a algo; que antaño la Tierra era una especie de no man’s land que otros mundos exploraron, colonizaron y se disputaron entre ellos.
Charles Hoy Fort, 1910

Desde hace miles de años hemos sido colonizados por el volador, un ser inorgánico que drena nuestra luminosidad y nos convierte en unos egomaníacos. Los chamanes lo hicieron público a finales del siglo pasado. Los voladores nos han dado el sistema social, las religiones basadas en la súplica y la autocompasión, las ideas sobre el bien y el mal y, sobre todo, la creencia totalmente infundada de que somos los propietarios de este planeta y podemos enseñorearnos sobre todas sus formas de vida.
Cualquiera puede comprobar la existencia de los voladores si está dispuesto a disciplinarse y tiene el coraje para hacerlo. Te aseguro que después de comprobar empíricamente la existencia del volador nada vuelve a ser como antes. Los voladores nos han sometido a través de una maniobra muy sofisticada: han interrumpido nuestra evolución al darnos su mente, a la que los chamanes videntes llaman "instalación foránea". La mente foránea es mórbida, barroca, egomaníaca, paranoica, contradictoria y carente de concentración. Todo lo que se opone a estos aspectos permite tomar contacto con la no-mente, la conciencia humana propiamente dicha.

A la mayoría de la gente le puede parecer inconcebible esto que se plantea aquí, sin embargo es algo que se puede comprobar por uno mismo. Para los niños es más fácil ver a este depredador inorgánico. Durante la niñez, el volador va implantando su dominio, pero los niños tienen la ocasión de oponer resistencia y no dejarse drenar. Los niños tienen la capacidad de ver a los seres inorgánicos, muchos de los cuales pueden ser fabulosos guías y guardianes. Algunos de esos seres inorgánicos pueden ser nuestros aliados naturales si los tratamos como iguales, con afecto, aunque sean infinitamente más antiguos y sabios que nosotros.

Para combatir al volador hay básicamente cuatro armas: asombro, voluntad, humor, concentración. Cuando experimentamos genuino asombro ante algo que normalmente nos produce rabia, miedo o tristeza, el volador sale disparado porque nos volvemos desabridos y no se puede comer nuestra luminosidad. Cuando estamos atrapados en el yo de la importancia personal generamos llamaradas de energía de las que se alimenta esta conciencia. Todo lo que nos aleje de la mente del yo nos vuelve incomibles. Un elemento práctico para hacer esto es eliminar las quejas, la importancia personal en sus dos aspectos, ya sea como arrogancia o autocompasión. Por ejemplo creer que somos “especiales” o que nos merecemos mejores condiciones de vida sin hacer ningún esfuerzo para alcanzarlas. Todo lo que represente victimización, el sentimiento borrego de que somos unos pobrecitos a los que se les infligen injusticias y lloriqueamos por eso, todo eso nos convierte en comida de su majestad el volador.

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jueves, 1 de mayo de 2014

El Primer Principio del Camino del Guerrero

Existe un umbral que, una vez franqueado, no permite retiradas. Normalmente, desde el momento en que el espíritu toca la puerta, pasan años antes de que la persona llegue a ese umbral. Sin embargo, en algunas ocasiones se logra llegar a él casi de inmediato.

Un guerrero tiene la obligación de recordar muy claramente cuándo y cómo ha cruzado ese umbral, a fin de fijar en su mente el nuevo estado de su potencial perceptivo. Cruzar ese umbral significa entrar en un mundo nuevo, y no es esencial ser aprendiz de guerrero para llegar a ese umbral; la única diferencia entre el hombre común y corriente y un guerrero, en esos casos, es lo que cada uno pone de relieve.
El guerrero recalca el cruce del umbral y usa ese recuerdo como punto de referencia. El hombre común y corriente recalca el hecho de que se refrena al cruzarlo y de hacer lo posible por olvidarse de haber llegado a él.

Cortar nuestras cadenas es algo maravilloso, pero también algo muy fastidioso porque nadie quiere ser libre. Una vez que nuestras cadenas están rotas, ya no estamos atados a las preocupaciones del mundo cotidiano. Aún estamos en el mundo diario, pero ya no pertenecemos a él. Para pertenecer a él debemos compartir las preocupaciones y los intereses de la gente, y sin cadenas no podemos.
La característica de la gente normal es que compartimos una daga metafórica: la preocupación con nuestro reflejo. Con esa daga nos cortamos y sangramos. La tarea de las cadenas de nuestro reflejo es darnos la idea de que todos sangramos juntos, de que compartimos algo maravilloso: nuestra humanidad. Pero si examináramos lo que nos pasa, descubriríamos que estamos sangrando a solas, que no compartimos nada, y que todo lo que hacemos es jugar con una obra del hombre: nuestro predecible reflejo.

Un guerrero es, en esencia, un ser implacable, de recursos muy fluidos y de gustos y conducta muy refinados; un ser cuya tarea en este mundo es afilar sus aristas cortantes, una de las cuales es la conducta, para que así nadie sospeche de su inexorabilidad.

Todo cuanto hacen los chamanes es consecuencia del movimiento de sus puntos de encaje, y esos movimientos están regidos por la cantidad de energía que tienen a su disposición.
Cuando el punto de encaje se mueve y llega al sitio donde no hay compasión, la posición de la racionalidad y el sentido común se debilitan. La sensación de tener un lado viejo, oscuro y silencioso es una visión de los antecedentes de la razón.
El sitio donde no hay compasión tiene que ver con “el descenso del espíritu”. A fin de revelar los misterios de la percepción a la humanidad, el espíritu elige un momento en el que el ser humano está distraído, con la guardia baja y, sin mostrar piedad alguna, deja que su presencia mueva, por sí misma, el punto de encaje a una determinada posición. Una posición que los chamanes describen como el sitio donde uno pierde la compasión o el sitio donde no hay piedad. A partir de ahí, el no tener compasión se convierte en el primer principio del camino del guerrero.

El verdadero enemigo y la fuente de la miseria humana es la compasión por sí mismo. Sin cierto grado de compasión por sí mismo, la humanidad, no podría existir. Sin embargo, una vez que esa compasión se emplea, desarrolla su propio impulso y se transforma en importancia personal.
La importancia personal es la fuerza generada por la imagen de sí. Es esa fuerza la que mantiene el punto de encaje fijo en donde está en el presente. Por ese motivo, todo cuanto hacen los chamanes está dirigido a destronar la importancia personal.
El espíritu al mover nuestro punto de encaje, alejándolo de su posición habitual, nos hace alcanzar un estado de ser que sólo podríamos llamar “el punto de no tener compasión”.

Los chamanes saben, gracias a su experiencia práctica, que en cuanto se mueve el punto de encaje se derrumba la importancia personal, porque sin la posición habitual del punto de encaje, la imagen de sí pierde su enfoque. Sin ese intenso enfoque se extingue la compasión por sí mismo y con ella la importancia personal, ya que la importancia personal es sólo la compasión por sí mismo disfrazada.
La posición habitual y la imagen de sí obligan al punto de encaje a armar un mundo de falsa compasión, pero de crueldad y egoísmo muy reales. En ese mundo, los únicos sentimientos verdaderos son los que convienen a quien los tiene.
Para los chamanes, el no tener compasión no es ser cruel. El no tener compasión es la cordura, lo opuesto a la compasión por sí mismo y la importancia personal.

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viernes, 31 de enero de 2014

Dificultades del Camino del Guerrero

El camino del guerrero no es para todo el mundo, los idealistas deben entender que este conocimiento está reservado a unos cuantos, pues muy pocos seres humanos tienen la capacidad para entregarse a las férreas disciplinas y sacrificios que implica este camino, igual que el de los Sufís o de los monjes tibetanos.

Las enseñanzas del camino del guerrero son un designio del "Poder", y a cualquier persona congruente le llevaría toda una vida poder aplicar sus premisas "impecablemente" en su vida cotidiana, donde está la verdadera Batalla de Poder. Cambiar la forma de vida y hacerla un ejercicio de estrategia a través de reducir la importancia personal por medio de una vida austera, sobria e impecable, debe ser la meta suprema para una persona que trate de aprender de la milenaria sabiduría. Aprender a ser humildes y entender que nunca está garantizado que alcancemos el objetivo máximo de los "guerreros", pero actuar como si no lo supiéramos y esforzarnos hasta el último instante de la vida. Intentar vivir todos los días aplicando las premisas del camino del guerrero sin miedo y sin ambición, por la simple necesidad de ser responsables y congruentes.

El camino del guerrero y los mundos del nagual no son para todo el mundo, aunque todo el mundo esté llamado, pero lo que sí nos legaron ayer y hoy los toltecas, es una forma correcta de vivir.
Esa forma correcta de vivir, es la herencia que de alguna manera está viva en las comunidades indígenas de nuestros días. El mundo del nagual es para muy pocos, en cambio el mundo del tonal es para todos. Para alguien que haya vivido en contacto directo con los indios, como fue mi experiencia en la selva de Chiapas, nunca se ve a un indio parlanchín, ni con una desbordante importancia personal. Por lo general son personas muy austeras, sobrias, sensibles, calladas, apegadas a la naturaleza, de manera cultural mantienen "la marcha de poder", el no hacer (por eso son indios), son frugales, llevan a la muerte como compañera y un largo etcétera. Los indígenas son practicantes "no racionales" del camino del guerrero y culturalmente actúan como tales.

Necesitamos el camino del guerrero para poder rehacer este mundo tan caótico, ya que sus enseñanzas nos pueden ayudar a retomar antiguos valores, principios y conocimientos para ser "mejores seres humanos", para forjarnos "un rostro propio y un corazón verdadero".

Tomar las enseñanzas del camino del guerrero como una moda para fantasear puede ser un buen camino para perder el tiempo y auto engañarse. La verdadera magia está en la vida misma, el gran misterio está en nuestro ser interior, la verdadera batalla está en la vida cotidiana, el enemigo a vencer esta dentro de nuestro corazón. Nadie podrá llegar al mundo del nagual, sin antes tener pleno dominio del mundo del tonal. Quien no se vence a sí mismo, jamás podrá soñar con ser guerrero, ni mucho menos penetrar en los insondables misterios del nagual.

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martes, 28 de enero de 2014

El Intento de Mover el Punto de Encaje

El camino del guerrero limpia nuestro vínculo con el intento y al limpiarlo, nuestra energía inherente se incrementa de forma notable.
Tener energía facilita los movimientos del punto de encaje, pero cada guerrero tiene que verificar todo por sí mismo y por experiencia propia. Los principios del camino del guerrero no son para memorizarlos sino para practicarlos.


Un nagual es cualquier persona, hombre o mujer, con una configuración energética específica, semejante a una doble bola luminosa. Cuando una persona así entra en el camino del guerrero, la carga extra de energía le convierte en alguien con la capacidad de guiar al resto de guerreros. De esta manera, el nagual se convierte en la persona más apropiada para ser el líder. Un nagual es una persona que puede reflejar lo abstracto, el espíritu, mejor que los demás; pero eso es todo. Nuestro vínculo es con el espíritu mismo y solo incidentalmente con la persona que nos trae su mensaje.

El punto de encaje no tiene nada que ver con lo que normalmente percibimos como el cuerpo físico, ya que es parte de la esfera luminosa, la cual es nuestro ser energético.
El punto de encaje se desplaza a través de corrientes energéticas, que son como impulsos de energía que se sienten afuera o adentro, no del cuerpo sino de la esfera luminosa. Generalmente son corrientes impredecibles que ocurren de por sí. Para un guerrero, sin embargo, son corrientes predecibles; controladas por el intento de ellos.

Todo el mundo siente esas corrientes energéticas. La gente común y corriente, al estar tan ocupada en con sus problemas, no les presta atención alguna a este tipo de sensaciones.
Este tipo de sensaciones que se sienten con el movimiento del punto de encaje, son como una leve molestia; una sensación vaga de tristeza seguida inmediatamente por una desmedida euforia. Ya que esa clase de tristeza o euforia no tienen fundamento real, nunca los consideramos como verdaderos asaltos de lo desconocido, sino como inexplicables arranques de mal o de buen humor.

Cuando el punto de encaje se mueve fuera de los límites de la esfera luminosa, empuja el contorno hacia afuera, sin romper sus límites energéticos.
El resultado de un movimiento, fuera de la estructura energética de la esfera luminosa, del punto de encaje es un cambio total en la estructura energética de los seres humanos. De ser una bola se convierte en algo parecido a una pipa de fumar. Si el punto de encaje continúa moviéndose, llega un momento en que se convierte en una delgada línea de enrgía. Los chamanes de la antigüedad fueron los únicos capaces de lograr esa proeza: convertirse en líneas de energía tratando inútilmente de doblarse para formar un círculo. Las historias antiguas hablan de que al alargar su forma energética, también lograron alargar la duración de su conciencia; de manera que están vivos y conscientes de ser hasta hoy día. Las historias también cuentan que aparecen periódicamente en la Tierra. El logro de los guerreros chamanes de la antigüedad nos probaron que los potenciales del ser humano no son cualquier cosa.

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viernes, 24 de enero de 2014

El Acto de Percibir la Energia

Nuestra manera de percibir es la manera en que un predador percibe. Una manera muy eficiente para evaluar y clasificar la comida y el peligro. Pero esa no es la única manera que somos capaces de percibir. Hay otro modo: el acto de percibir la energía directamente.
Percibir la energía directamente nos permite comprender, clasificar y describir el mundo en términos completamente nuevos, más sofisticados y más excitantes.
Uno de los actos más significativos de percibir energía es “ver” la esencia del universo. La esencia del universo, según los chamanes de la antigüedad, los primeros en verla, la describieron como hilos incandescentes que se extienden en el infinito en todas las direcciones concebibles. Además, esos filamentos luminosos son conscientes de sí mismos, en formas imposibles de comprender.
De “ver” la esencia del universo, lo siguiente es “ver” la esencia de los seres humanos. La esencia de los seres humanos se asemeja a una gigantesca configuración blanquecina y brillante parecida a una esfera en forma de huevo que flota y, al moverse, va haciendo un profundo surco en la energía de la Tierra; como si tuviera una profunda raíz que va arrastrándola.
El hallazgo decisivo del acto de ”ver” la esencia de los seres humanos consiste en un punto redondo de intensa luminosidad, del tamaño de una pelota de tenis, alojado permanentemente dentro de la esfera luminosa, al ras de su superficie, aproximadamente a sesenta centímetros detrás de la cresta del omóplato derecho. Después de “ver” este punto, los chamanes de la antigüedad le llamaron el punto de encaje.
En este punto es donde la percepción tiene lugar. Los chamanes de la antigüedad llegaron a esta conclusión al “ver” que de los millones de filamentos de energía del universo que pasan a través de la esfera luminosa de los seres humanos, solo un pequeño número de éstos pasan directamente por el punto de encaje y el resplandor esférico que rodea el punto de encaje intensifica enormemente la luminosidad de los filamentos que pasan directamente a través del punto de encaje.
Después de “ver” lo que el punto de encaje y el resplandor que lo rodea parecen hacer, la propuesta es que en los seres humanos, la esfera que rodea al punto de encaje se enfoca en los millones de filamentos energéticos del universo que pasan directamente a través de él; y al hacerlo, automáticamente, junta a esos filamentos unos con otros, creando la percepción estable del mundo.
El punto de encaje y el resplandor que lo rodea son la marca de la vida y de la conciencia, y no hay rastro de ellos en los seres muertos. La conciencia, la vida y la percepción van juntas, y están inextricablemente ligadas al punto de encaje y al resplandor que lo rodea.
“Ver” el punto de encaje es algo que está al alcance de todo el mundo. La dificultad radica en romper la muralla que mantiene fija en nuestra mente la idea de que no podemos hacerlo. Solo necesitamos energía y una vez que la tenemos sucede de por sí. El truco está en abandonar la falsa seguridad del sentido común.

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martes, 31 de diciembre de 2013

El Nuevo Ciclo

Con la libertad ilimitada de ser un desconocido, debemos hacer el intento de cumplir la misión que nos encomendó el poder. Esta misión consiste en sacar del lado oculto al nagual y ponerlo a disposición de aquellas personas que tengan el poder suficiente para entrar en esa "otra realidad" antes de que comience el final del Quinto Sol.


¿Cómo se está haciendo este intento? En principio diremos que la síntesis de este "conocimiento" se encuentra en la llamada "Tensegridad", que son ciertos movimientos energéticos que permiten la reutilización de la energía en el ser humano, para con ella, intentar trascender a otras realidades de la misma existencia.

Estamos ante la quiebra del paradigma de la sociedad actual. La destrucción del mundo y la degradación de los seres humanos están a punto del colapso. Parece que los seres humanos hemos perdido el sentido divino y místico de la existencia. Todo se resume al dinero, el poder de compra, el placer y la comodidad. La vida humana solo sirve para... "nacer, crecer, reproducirse, trabajar, consumir, pagar, ver la televisión y morir".

La maravilla y el terror de estar vivo y consciente. El desafío de la conciencia de la muerte y la necesidad de trascender la vida en el plano espiritual. El asombro de ser además de un ser energético (luminoso), poseer la capacidad creadora de generar la más pura energía del universo. En fin, la maravilla y el prodigio de sentirse y saberse poseedor de un inconmensurable don, es el desafío que nos está aguardando a la vuelta de la esquina en este nuevo ciclo.

El colapso de Occidente no sólo es económico, sino fundamentalmente cultural. En efecto, el paradigma de la civilización Occidental se está desplomando como las Torres Gemelas, lo que sucede es que por su macro dimensión, aparentemente su caída es a cámara lenta y no se detecta tan fácilmente. Pero los valores en los que se fundamenta la cultura Occidental: libertad, igualdad y fraternidad, son los que ha perdido completamente esta civilización, pues tiene una enorme carencia de ellos, de modo que lo que actualmente vivimos es un: totalitarismo económico, una terrible injusticia social y una despiadada deshumanización.
La gente desesperada busca alternativas, caminos que la liberen de esta barrena de degradación social y espiritual.

Ante esta situación el "conocimiento silencioso", no sólo de los Viejos Abuelos, sino de todos los pueblos antiguos del mundo se ha activado para enfrentar lo que viene. La misma Madre Tierra lo induce en sus más amados hijos, en sus más devotos hijos, en sus más sensibles hijos. De modo que los múltiples linajes están brotando, como esas flores del desierto, que pueden aguantar diez años como una semilla bajo el ardiente sol o las bajas temperaturas invernales, esperando por largos años una tormenta para al otro día brotar mágicamente en medio de la nada.

El cambio vendrá por sí mismo ya que no hay nada que se pueda hacer para darle a la gente común y corriente una comprensión más equilibrada de lo que es el fulgor de la conciencia. Un guerrero aspira a ser libre, a ser testigo sin prejuicios, testigo incapaz de juzgar; de lo contrario tendría la responsabilidad de implementar un nuevo ciclo más ajustado y nadie puede hacer eso. Un nuevo ciclo tiene que surgir por sí mismo.

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viernes, 29 de marzo de 2013

El Toque del Espiritu

Siempre amamos u odiamos a quienes son nuestro reflejo.
La conciencia acrecentada es un misterio solo para nuestra razón. En la práctica, es de lo más sencillo que hay. Como siempre somos nosotros quienes complicamos todo al tratar de transformar la inmensidad que nos rodea en algo razonable.
Lo abstracto es el elemento sin el cual no existiría el camino del guerrero, ni guerrero alguno en busca de conocimiento.

Desde el momento que los guerreros son incapaces de sentir compasión por sí mismos, tampoco pueden sentir compasión por nadie. Sin la fuerza impulsora de la lástima por sí mismo, la compasión no tiene sentido.
Para un guerrero todo comienza y termina en sí mismo. Sin embargo, su contacto con lo abstracto lo hace superar sus sentimientos de importancia personal. Así, el yo se convierte en algo abstracto, algo sin egoísmo.

La dificultad para comprender al espíritu es nuestra resistencia a aceptar la idea de que el conocimiento puede existir sin palabras, e incluso sin pensamientos, para explicarlo.
Toda la humanidad se ha alejado de lo abstracto, pero alguna vez debió de haber sido nuestra fuerza sustentadora. Luego sucedió algo que nos apartó de lo abstracto y ahora no podemos regresar a él. Un aprendiz tarda años para estar en condiciones de regresar a lo abstracto; es decir, para saber que el lenguaje y el conocimiento pueden existir independientemente el uno del otro. El conocimiento y el lenguaje son cosas separadas.
No hay manera de hablar del espíritu porque al espíritu solo se lo puede experimentar. Los chamanes tratan de dar una noción de esto al decir que el espíritu no es nada que se pueda ver o sentir, pero que siempre está ahí, vaga e indistintamente encima de nosotros. Algunas veces, hasta llega a tocarnos, sin embargo, la mayor parte del tiempo permanece indiferente.
El espíritu es una especie de animal salvaje que mantiene su distancia con respecto a nosotros hasta el momento en que algo lo tienta a avanzar. Es entonces cuando se manifiesta.
Lo abstracto es algo que no tiene paralelo en la condición humana. Para un guerrero, el espíritu es lo abstracto, porque para conocerlo no necesita de palabras, ni siquiera de pensamientos; es lo abstracto, porque un guerrero no puede concebir qué es el espíritu. Sin embargo, sin tener la más mínima oportunidad o deseo de entenderlo, el guerrero lo maneja; lo reconoce, lo llama, lo incita, se familiariza con él, y lo expresa en sus actos.

Un aprendiz es alguien que se esfuerza por limpiar y revivir su vínculo con el espíritu. Una vez que ese vínculo revive, no puede continuar siendo un aprendiz; pero hasta ese día, necesita de un propósito indomable, un “intento inflexible”, del cual carece, por supuesto. Por esa razón, el aprendiz permite que el nagual le proporcione tal propósito y, para hacerlo, tiene que renunciar a su individualidad. Esa es la parte difícil.
No se reciben bien a los voluntarios en el camino del guerrero, porque ya tienen propósitos propios y eso les dificulta enormemente renunciar a su individualidad. Si el mundo de los chamanes exige ideas y actos contrarios a esos propósitos, los voluntarios simplemente se enfadan y se marchan.
Revivir el vínculo de un aprendiz es un verdadero logro para un nagual. Dependiendo, por supuesto, de la personalidad del aprendiz, la tarea puede ser lo más simple que hay, o uno de los peores dolores de cabeza que uno puede imaginar.

Desde el punto de vista del espíritu, el camino del guerrero consiste en limpiar el vínculo que tenemos con él. El edificio que el espíritu empuja delante de nosotros es, en esencia, como una oficina de franquicia, en la cual encontramos no tanto los procedimientos para franquear nuestro vínculo con el “intento” como el conocimiento silencioso que nos permite ganar licencia. Sin ese conocimiento silencioso no habría ningún procedimiento que funcionara.

Cada uno de nosotros, como individuos, estamos separados del conocimiento silencioso por barreras naturales, propias de cada individuo. Nosotros como hombres comunes y corrientes, no sabemos que algo real y funcional, nuestro vínculo con el “intento”, es lo que nos produce nuestra preocupación ancestral acerca de nuestro destino. Durante nuestra vida activa, nunca tenemos la oportunidad de ir más allá del nivel de la mera preocupación, ya que desde tiempos inmemoriales, el arrullo de la vida cotidiana nos adormece. No es sino hasta el momento de estar al borde de la muerte que nuestra preocupación ancestral acerca de nuestro destino cobra un cariz diferente. Comienza a presionarnos para que veamos a través de la niebla de la vida diaria. Pero por desgracia, ese despertar siempre viene de la mano con la pérdida de energía provocada por la vejez. Y no nos queda fuerza suficiente para transformar nuestra preocupación en un descubrimiento positivo y pragmático. A esas alturas, todo lo que nos queda es una angustia indefinida y penetrante; un anhelo de algo incomprensible; y una rabia comprensible, por haber perdido todo.

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lunes, 1 de octubre de 2012

La Magia de la Atencion

El nuevo paradigma de la física se acerca peligrosamente a la concepción de todas las antiguas civilizaciones y sagradas tradiciones, entre las que se encuentra la cultura Nahualt. El mundo que nos rodea, y que percibimos cotidianamente, aparece como algo estable y bien definido solo en la superficie, debido esencialmente a la limitación perceptiva de nuestros sentidos. La Realidad no está constituida por objetos, sino por Campos de Energía interconectados, que los pueblos indígenas denominan las Emanaciones del Águila, las Cuerdas de Luz que sostienen el Universo, o las Venas de lo Eterno. Estas emanaciones tienen no sólo una naturaleza auto-consciente, sino trascendente, manifestándose como puertas interdimensionales y espacios de “poder” donde todas las leyes físicas conocidas pueden ser superadas o transformadas.

Las emanaciones se condensan en “racimos”, dando origen a diferentes mundos, con diferentes seres y leyes estructurales. De las 49 Grandes Bandas (48 más el Águila), sólo dos (las que corresponden a la vida orgánica y a la estructura de los cuatro elementos básicos, y sin conciencia, de nuestra manifestación: cristales, minerales, gases y fuego) nos son inmediatamente accesibles. Pero, en realidad solo utilizamos una mínima parte de las Emanaciones de estas dos bandas disponibles, y con ella construimos el mundo. Todo lo que somos, pensamos, recordamos y hacemos en la vida, está encerrado dentro de esta ínfima parte del universo que designamos como “lo conocido”. Nuestra asignatura pendiente como seres humanos es alinear y percibir este inmenso universo que llamamos el Misterio desconocido.
Existen otras cinco grandes bandas que también son accesibles al hombre o mujer de conocimiento y que completan el mundo de lo “infinito desconocido”. El resto de las bandas de emanaciones son ajenas al ser humano y por eso son designadas como “lo que no puede llegar a conocerse” o “lo incognoscible”.

¿Y qué es lo que determina que seamos capaces de alinear o no un cierto número de Emanaciones en un momento dado? ¿De dónde deriva el poder que nos permite alcanzar, en un instante, los mundos del Nagual? ¿Podemos dirigir conscientemente ese “poder”? En los primeros pasos de la Visión del Alquimista, hay que decir que ese poder está fuera de nuestra voluntad, y que está condicionado por lo que llamamos Presencia, o Punto de Encaje. Cada vez que percibimos un mundo determinado (hay siete más que son asequibles a nuestra conciencia), la posición del punto de encaje es constante, y determina el que seamos capaces de percibir todos los componentes que caracterizan ese mundo determinado. Incluso lo que llamamos “nuestro mundo”, con sus leyes, sus costumbres, sus modas, sus diferencias, la estructura del poder, de la familia, de los sexos, de la religión, de la historia… y un interminable etc., es tan solo una de las posiciones que puede tomar el punto de encaje. Si por cualquier circunstancia (accidente, sustancias psicotrópicas, energía suficiente, enfermedad, crisis emocional, trabajo interno, terror o maravilla, muerte…) este foco de luminosidad se moviera ligeramente, contactaríamos con algunas de las emanaciones que no están en funcionamiento, alcanzando así ciertas facultades o “locura”. En el caso que, por una u otra circunstancia ya citada, el movimiento fuera más intenso y radical, enlazaríamos instantáneamente con otras de las grandes bandas de emanaciones, entrando súbitamente en mundos extraños y ajenos a nuestra percepción común, con seres y leyes totalmente desconocidas, pero tan fatalmente pragmáticas como las nuestras.

Sin esta capacidad mágica de que disponemos para seleccionar y ordenar el inconmensurable caos de las Emanaciones, no seríamos capaces de convivir socialmente, ni de transformar útilmente ningún fenómeno de la realidad. Y como los niños no tienen forma de seleccionar y organizar por sí mismos las innumerables Emanaciones disponibles, somos los adultos los que les impondremos día a día nuestra propia descripción del mundo, hasta que solo sean capaces de percibir lo mismo que nosotros hemos decidido debe ser percibido. Es por ello que el cuerpo social (y el Tonal de los tiempos) nos transmite desde el nacimiento, de manera inconsciente, la orden taxativa y rigurosa de seleccionar exactamente una parte de la actualidad de las Emanaciones disponibles, y de ordenarlas según las normas comunes.

Como seres humanos solo tenemos la libertad de encauzar nuestras energías, para lograr el movimiento voluntario del punto de encaje en plena conciencia, saltando fuera de los estrechos límites de la percepción ordinaria y completando nuestra intensa experiencia en el Tonal con el conocimiento de otros mundos increíbles que forman parte del Nagual. El primer paso es ahorrar ese auténtico chorro de energía que invertimos cotidianamente en estallidos emocionales, en pensamientos obsesivos, en criticar y condenar a los demás, en la defensa de nuestra imagen e historia personal, en los hábitos debilitantes, en la impaciencia y la prisa, en tensiones musculares… es decir, en todo eso que integra nuestra importancia personal. Con la energía disponible que vamos acumulando, con la práctica sistemática del no-hacer de la personalidad, cargamos intensamente nuestro intento, conocer los mundos del ensueño y recapitular nuestra existencia hasta quedar vacíos de ego.

Lo único que tiene verdadera importancia para el guerrero es el descenso del espíritu y el movimiento del punto de encaje que este descenso produce en su interior. Pero, paradójicamente, ninguna técnica ni conocimiento puede lograr esta manifestación del más allá. La senda que conduce al espíritu es intransmisible, y está en función de los actos más que de las creencias; de la confianza y entrega al Poder más que del convencimiento de los méritos propios o del orgullo derivado de la autodisciplina; de lo que uno se ha olvidado más que de lo que se recuerda; de la sinceridad y el desapego del énfasis ante lo desconocido, más que de la repetición de un programa o de la obediencia a un guía.

Cada persona tiene aficiones diferentes. Unos eligen la pintura, el cine, otros la música, la naturaleza, estos la fotografía, la cocina, aquellos la lectura, la televisión… Cada uno de estos apartados que pueden ser infinitos (la ecología, el alpinismo, coleccionar sellos, la huerta, escribir, bailar, los negocios, las relaciones sociales, la práctica religiosa, las artes marciales…) son semejantes a diferentes Emanaciones del Águila y, según sea elegido uno u otro, en su faceta oscura o luminosa, puede resultar ser tan distinto como un poeta, un asesino o una buena madre de familia. Ahora bien ¿qué es lo que pone orden en estos inmensos archivos universales?¿qué determina lo que te gusta, o no de los autores contemporáneos, de la pintura renacentista o del budismo?¿cómo dar sentido a tus percepciones? Este es el papel de la Atención, cuya cualidad esencial es la de otorgar orden y sentido a todo lo que percibimos. Y esta Atención no solo funciona en el mundo conocido, sino que también pone orden en lo desconocido, fijando la realidad siempre cambiante del otro mundo, para que podamos movernos coherentemente en su interior.

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miércoles, 2 de noviembre de 2011

El Ensueño y la Posición del Punto de Encaje

Los chamanes vieron que el resplandor de la conciencia aumenta de tamaño y de intensidad conforme las emanaciones interiores de la esfera luminosa se alinean con las emanaciones en grande. Esta observación los sirvió de trampolín y siguieron adelante desarrollando una compleja serie de técnicas para manejar ese alineamiento.
Al principio se referían a esas técnicas como la maestría del alineamiento. Luego se dieron cuenta que lo que estaba involucrado era mucho más que alineamiento, era la energía que surge del alineamiento de emanaciones, y esa energía la llamaron voluntad.
La voluntad es la responsable de nuestra percepción del mundo cotidiano, e indirectamente, a través de la fuerza de esa percepción, es responsable de la localización del punto de encaje en su posición acostumbrada.


Los chamanes del nuevo ciclo examinaron cómo tiene lugar la percepción del mundo de la vida diaria y vieron los efectos de la voluntad. Vieron que el alineamiento es renovado incesantemente para conferirle así continuidad a la percepción. Para renovar cada vez el alineamiento con el frescor que necesita para crear un mundo vivo, la descarga de energía que procede de esos mismos alineamientos se redirige automáticamente para reforzar algunos alineamientos selectos.
Esta nueva observación les sirvió a los nuevos chamanes como otro trampolín que les ayudó a alcanzar la tercera base de sus técnicas. La llamaron el intento y la describieron como guiar la voluntad o guiar intencionadamente la energía del alineamiento.

Los nuevos chamanes juzgaron que era imperativo ver las emanaciones del Águila, a fin de encontrar una manera conveniente de mover el punto de encaje. Al tratar de ver las emanaciones se encontraron con un serio problema. Se dieron cuenta que no hay manera de verlas sin correr peligro mortal, y sin embargo tenían que verlas. Esa fue la época en que usaron la técnica de ensueño de los antiguos videntes como escudo para protegerse del golpe mortal de las emanaciones del Águila y, al hacerlo, encontraron que el ensueño en sí era la manera más efectiva de mover el punto de encaje. Una de las órdenes más estrictas de los nuevos chamanes fue que los guerreros tienen que aprender a ensoñar mientras están en un estado de conciencia normal.

Ensoñar es muy peligroso y los ensoñadores muy vulnerables. Es peligroso porque la fuerza del alineamiento es inconcebible; y los ensoñadores son vulnerables porque el ensueño los deja a merced de esa fuerza.
Los nuevos chamanes descubrieron que en nuestro estado de conciencia normal tenemos incontables defensas que pueden protegernos de la fuerza de las emanaciones que nunca son usadas y que repentinamente se alinean en el ensueño.

El ensueño comenzó con una simple observación. Los antiguos chamanes observaron que en sueños, el punto de encaje se mueve ligeramente al lado izquierdo, de una manera muy natural. Y aunque uno no sueñe, el punto de encaje pierde algo de su fijeza mientras uno duerme, y empieza a hacer resplandecer muchísimas emanaciones que nunca se usan.
Los antiguos chamanes tomaron esta observación y empezaron a trabajar con ese movimiento natural hasta que pudieron controlarlo. Llamaron a ese control ensoñar, o el arte de manejar el cuerpo de ensueño. Los chamanes, antiguos y nuevos, entendían el ensueño como el control del leve movimiento natural que experimenta el punto de encaje durante el sueño. El controlar ese cambio no implica de ninguna manera dirigirlo, sino mantener al punto de encaje fijo en la posición a la que se mueve durante el sueño; una maniobra extremadamente difícil que los antiguos chamanes lograron perfeccionar con enorme esfuerzo y concentración.

Los ensoñadores tienen que llegar a un equilibrio muy sutil, porque no pueden interferir en los sueños, ni tampoco pueden imponer sus deseos en ellos, y sin embargo el movimiento del punto de encaje debe obedecer la orden del ensoñador, una contradicción que no puede ser racionalizada pero que debe resolverse en la práctica.
El movimiento del punto de encaje al interior del lado izquierdo es lo que produce los sueños. Mientras más profundo es el movimiento, más vívido y extraño es el sueño. Los antiguos trataron de dirigir sus sueños para lograr que sus puntos de encaje penetraran profundamente en el lado izquierdo. Al tratarlo, descubrieron que cuando los sueños son dirigidos, consciente o semiconscientemente, el punto de encaje regresa de inmediato a su lugar de costumbre. Puesto que lo que querían era que ese punto se moviera, llegaron a la inevitable conclusión de que interferir en los sueños era interferir en el movimiento natural del punto de encaje.

En las enseñanzas para el lado derecho, el ensueño no es el control de los sueños, y todos los ejercicios que hay que cumplir, como encontrar las manos en los sueños, no están planeados para el entrenamiento de dirigir los sueños. Estos ejercicios están diseñados para mantener el punto de encaje fijo en el lugar al que se hubiera movido en el sueño. Ahí es donde los ensoñadores tienen que lograr un equilibrio sutil. Lo único que ellos pueden dirigir es la estabilidad de sus puntos de encaje.
Dondequiera que se mueva el punto de encaje en los sueños se llama posición de ensueño. Los antiguos chamanes se volvieron tan expertos en mantener su posición de ensueño que incluso podían despertar mientras sus puntos de encaje seguían anclados allí. Los chamanes llamaron cuerpo de ensueño a ese estado, porque lo controlaban al grado de crear un nuevo cuerpo provisional cada vez que despertaban en una nueva posición de ensueño.

Al ensoñar realmente no hay manera de dirigir el movimiento del punto de encaje; lo único que afecta a ese movimiento es la fuerza o la debilidad interna de los ensoñadores, y ese es un peligro inminente.
Al principio, los nuevos chamanes tuvieron profundos escrúpulos en usar el ensueño. Estaban seguros que, en vez de fortalecer, el ensueño debilitaba y volvía compulsivos y caprichosos a los guerreros. Todos los antiguos chamanes fueron así. Puesto que no les quedaba más opción que usarlo, para contrarrestar el atroz efecto del ensueño los nuevos chamanes desarrollaron un magnífico sistema de comportamiento llamado el camino o la senda del guerrero.
Con ese sistema, los nuevos chamanes se fortificaron y adquirieron la fuerza interna que se necesita para guiar, en sueños, el movimiento del punto de encaje. Tener fuerza interna significa poseer un sentimiento de ecuanimidad, casi de indiferencia, un sentimiento de sosiego, de holgura. Pero sobre todo, significa tener una inclinación natural y profunda por el examen, por la comprensión. Los nuevos chamanes llamaron sobriedad a todos esos rasgos del carácter.
La convicción que tienen los nuevos chamanes es que una vida de impecabilidad lleva de por sí, inevitablemente, a un sentido de sobriedad, y eso a su vez hace moverse al punto de encaje.

Los nuevos chamanes sabían que el punto de encaje puede moverse desde adentro. Ellos sostuvieron que los hombres impecables no necesitan que alguien los guíe, que por sí solos, mediante el ahorro de su energía pueden hacer todo lo que hacen los chamanes. Lo único que necesitan es una oportunidad mínima, solamente necesitan darse cuenta de las posibilidades que los chamanes han descubierto. Todo lo que se requiere es impecabilidad
Todo comienza con un solo acto que tiene que ser premeditado, preciso y continuo. Si este acto se lleva a cabo por un periodo de tiempo largo, uno adquiere un sentido de intento inflexible que puede aplicarse a cualquier cosa. Si se logra ese intento inflexible el camino queda despejado, una cosa llevaría a otra hasta que el guerrero emplea todo su potencial.

El cuerpo de ensueño es en realidad una burbuja de luz. Cuando el punto de encaje se mueve a las profundidades del lado izquierdo, llega más allá del punto donde no hay dudas. En esa posición sólo hay una cosa que uno puede ver: burbujas de energía. De la conciencia acrecentada a ese otro punto en la profundidad del lado izquierdo sólo hay un corto trecho. La verdadera hazaña es hacer que el punto de encaje se mueva de su sitio normal al punto donde no hay dudas.

Los antiguos chamanes buscaban una réplica perfecta del cuerpo y casi lograron conseguirla. Lo único que no pudieron copiar fueron los ojos. En lugar de ojos, el cuerpo de ensueño tiene el resplandor de la conciencia.
El nombre cuerpo de ensueño se le dio para indicar una sensación, un impulso de energía que es transportado por el movimiento del punto de encaje, a cualquier lugar de este mundo, o a cualquier lugar de los siete mundos accesibles para el ser humano.
El procedimiento inicial para lograr el cuerpo de ensueño, comienza con un acto inicial que, por el hecho de ser continuo, engendra intento inflexible. El intento inflexible lleva al silencio interior y el silencio interior a la fuerza interna necesaria para mover el punto de encaje en sueños a posiciones convenientes. Este orden de sucesión es llamado el cimiento. Una vez completado este cimiento viene el desarrollo del control, que consiste en mantener sistemáticamente la posición de ensueño.
Aferrándose tenazmente a la visión del sueño, la práctica constante resulta en una gran facilidad para sostener posiciones de ensueño en nuevos sueños, no tanto porque gane uno control con la práctica, sino porque cada vez que se ejercita ese control se fortalece la fuerza interna. A su vez, la fuerza interna fortificada mueve el punto de encaje a posiciones de ensueño que pueden fomentar la sobriedad; en otras palabras, los sueños se vuelven, de por sí, más maniobrables, incluso más ordenados.

El desarrollo de los ensoñadores es indirecto. Es por eso que los nuevos chamanes creyeron que podemos ensoñar por nuestra cuenta, solos. Puesto que el ensueño utiliza un movimiento natural del punto de encaje, no deberíamos necesitar ayuda de nadie.
Lo que necesitamos es sobriedad y nadie puede dárnosla, ni ayudarnos a obtenerla, salvo nosotros mismos. Sin ella, el movimiento del punto de encaje es caótico, como son caóticos nuestros sueños ordinarios.
Así que, al fin y al cabo, el procedimiento para llegar al cuerpo de ensueño es la impecabilidad en nuestra vida diaria. Una vez que se adquiere sobriedad, y una vez que las posiciones del ensueño se vuelven progresivamente más fuertes, el siguiente paso consiste en despertarse en una posición de ensueño. Aunque da la impresión de ser algo sencillo, la maniobra es en verdad un asunto de tan inmensa complejidad que requiere no sólo de sobriedad sino de todos los atributos del guerrero, especialmente de intento.

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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Los Enemigos Naturales del Hombre de Conocimiento

Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es deficiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender.

Uno aprende poquito a poco al comienzo, luego más y más. Lo que se aprende nunca es lo que uno creía.

El conocimiento nunca es lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta comienza a crecer sin misericordia, sin ceder. Entonces su propósito se convierte en un campo de batalla.



Y así llega el primero de sus enemigos naturales: el miedo.
El miedo es un enemigo terrible, traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino esperando y acechando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda.

Para superar al miedo, el hombre debe desafiarlo. Aunque esté lleno de miedo no debe detenerse. Esta es la regla. Entonces llega un momento en el que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí. Su propósito se fortalece. Aprender ya no es una tarea aterradora. Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural. Esto ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista de repente y rápidamente.

Una vez que un hombre ha conquistado el miedo está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido claridad: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces, un hombre conoce sus deseos y sabe cómo satisfacerlos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto.

Y así encuentra su segundo enemigo natural: la claridad. Esa claridad de mente tan difícil de obtener, dispersa el miedo pero también ciega.

La claridad fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer todo cuanto se le antoje, porque todo lo ve con claridad. Tiene valor y no se detiene ante nada, pero todo eso es un error, porque es como si viera algo claro pero incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apresurará cuando deba ser paciente o será paciente cuando deba apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.
Cuando esto ocurre, el hombre puede volverse un guerrero impetuoso o un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada.
Para evitar esta derrota, el hombre debe desafiar su claridad, igual que hiciera antes con el miedo, y usarla sólo para ver, y esperar con paciencia, y medir con tiento antes de dar otros pasos; debe pensar, sobre todo, que su claridad es casi un error. Y vendrá un momento en que comprenda que su claridad era sólo un punto ante sus ojos. Así habrá vencido a su segundo enemigo y llegará a una posición en el que nada puede ya dañarlo. Esto no será un error ni una ilusión. No será solamente un punto ante los ojos. Ese será el verdadero poder.

Sabrá entonces que el poder perseguido durante tanto tiempo por fin es suyo. Puede hacer con él lo que se le antoje. Su aliado está a sus órdenes. Su deseo es la regla. Ve claro y parejo todo cuanto hay a su alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: el poder.

El poder es el más fuerte de todos los enemigos. Y, naturalmente, lo más fácil es rendirse; después de todo, el hombre es de veras invencible. Él manda; empieza tomando riesgos calculados y termina haciendo reglas, porque es el amo del poder.

Un hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin saber, habrá sin dudad perdido la batalla. Su enemigo lo habrá transformado en un hombre cruel y caprichoso.

Un hombre vencido por el poder muere sin saber realmente cómo manejarlo. El poder es sólo una carga sobre su destino. Un hombre así no tiene dominio de sí mismo, ni puede decir cómo ni cuándo usar su poder.

La derrota a manos de cualquiera de estos enemigos es definitiva. Cuando uno de estos enemigos vence a un hombre, no hay nada que hacer.

Un hombre está vencido sólo cuando ya no hace la lucha y se abandona. Si se rinde al miedo nunca lo conquistará, porque se asustará de aprender y no volverá a hacer la prueba. Pero si trata de aprender durante años, en medio del miedo, terminará conquistándolo porque nunca se habrá abandonado realmente a él.

Para vencer a su tercer enemigo, el poder, tiene que desafiarlo con toda intención. Tiene que darse cuenta de que el poder que aparentemente ha conquistado nunca es suyo en realidad. Debe tenerse a raya en todo momento, manejando con tiento y con fe todo lo que ha aprendido. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que todo se domina. Entonces sabrá cómo y cuándo usar su poder. Y así habrá vencido a su tercer enemigo.

El hombre estará, para entonces, al fin de su travesía por el camino del conocimiento, y casi sin advertencia tropezará con su último enemigo: la vejez.

La vejez es el enemigo más cruel de todos; el único al que no se puede vencer por completo; el enemigo al que solamente podrá ahuyentar por un instante.

Este es el tiempo en que un hombre ya no tiene miedos, ya no tiene claridad impaciente; un tiempo en que todo su poder está bajo control, pero también el tiempo en que siente un deseo constante de descansar. Si se rinde por completo a su deseo de acostarse y olvidar, si se arrulla en la fatiga, habrá perdido el último asalto, y su enemigo lo reducirá a una débil criatura vieja. Su deseo de retirarse vencerá toda su claridad, su poder y su conocimiento.

Si el hombre se sacude el cansancio y vive su destino hasta el final, puede ser llamado entonces hombre de conocimiento, aunque sea tan sólo por esos momentos en que logra ahuyentar al último enemigo, el enemigo invencible. Esos momento de claridad, poder y conocimiento son suficientes.

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jueves, 22 de octubre de 2009

Compartimentos del Nagual

A los ojos de un guerrero que "ve", un hombre nagual o una mujer nagual aparece como un huevo luminoso con cuatro divisiones.

A diferencia del ser humano ordinario, que sólo tiene dos lados, uno derecho y uno izquierdo, el nagual tiene el lado izquierdo dividido en dos secciones longitudinales, y un lado derecho igualmente dividido en dos.

El Águila creó el primer hombre nagual y la primera mujer nagual como videntes y de inmediato los puso en el mundo para que vieran.


Les proporcionó cuatro guerreras acechadoras, tres guerreros y un propio, a quienes ellos tendrían que mantener, engrandecer y conducir a la libertad.

Las guerreras son llamadas las cuatro direcciones, las cuatro esquinas de un cuadrado, los cuatro humores, los cuatro vientos, las cuatro distintas personalidades femeninas que existen en la raza humana.

- La primera es el Este. Se le llama orden. Es optimista, de corazón liviano, suave, persistente como una brisa constante.

- La segunda es el Norte. Es llamada fuerza. Tiene muchos recursos, es brusca, directa, tenaz como el viento duro.

- La tercera es el Oeste. Se le llama sentimiento. Es introspectiva, llena de remordimientos, astuta, taimada, como una ráfaga de viento frío.

- La cuarta es el Sur. Se le llama crecimiento. Nutre, es bullanguera, tímida, animada como el viento caliente.

Los tres guerreros y el propio representan los cuatro tipos de actividad y temperamentos masculinos.

- El primer tipo es el hombre que conoce, el erudito; un hombre confiable, noble, sereno, enteramente dedicado a llevar a cabo su tarea, cualquiera que ésta fuera.

- El segundo tipo es el hombre de acción, sumamente volátil, un gran compañero, voluble y lleno de humor.

- El tercer tipo es el organizador, el socio anónimo, el hombre misterioso, desconocido. Nada puede decirse de él porque no deja que nada de él se escape.

- El propio es el cuarto tipo. Es el asistente, un hombre sombrío y taciturno que logra mucho si se le dirige adecuadamente pero que no puede actuar por sí mismo.

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miércoles, 21 de octubre de 2009

Rasgos Especificos del Cuerpo Luminoso


Con el fin de hacer las cosas más fáciles, el Águila mostró al hombre nagual y a la mujer nagual que cada uno de los tipos entre los hombres y las mujeres de la tierra tienen rasgos específicos en su cuerpo luminoso.

- El erudito tiene una especie de hendidura superficial, una brillante depresión en el plexo solar. En algunos hombres aparece como un estanque de intensa luminosidad, a veces tersa y reluciente como un espejo que no refleja.

- El hombre de acción tiene unas fibras que emanan del área de la voluntad. El número de fibras varía de una a cinco, y su grosor fluctúa desde un cordel hasta un macizo tentáculo parecido a un látigo de más de dos metros. Algunos hombres tienen hasta tres de estas fibras desarrolladas al punto de ser tentáculos.

- Al socio anónimo no se le reconoce por ningún rasgo exclusivo sino por su habilidad de crear, muy involuntariamente, un estallido de poder que bloquea con efectividad la atención de los videntes. Cuando están en presencia de este tipo de hombre, los videntes se descubren inmersos en detalles externos en vez de ver.

- El asistente no tiene configuración obvia. Ante el vidente aparece como un brillo diáfano en un cascarón de luminosidad sin imperfecciones.

Categorías de la Personalidad

En el Dominio Femenino:

- Se reconoce al Este por las casi imperceptibles manchas de su luminosidad, que son como pequeñas zonas de desolación.

- El Norte tiene una radiación que abarca todo, exuda un destello rojizo, casi como calor.

- El Oeste tiene una tenue membrana que la envuelve, que la hace verse más oscura que las otras.

- El Sur tiene un destello intermitente, brilla durante un momento y después se opaca, para brillar de nuevo.

El Viento de las Mujeres

El hombre nagual y la mujer nagual tienen dos movimientos distintos en sus cuerpos luminosos; sus lados derechos ondean, mientras los izquierdos giran.
En términos de personalidad, el hombre nagual es un proveedor, estable, incambiable.
La mujer nagual es un ser en guerra pero aún así es un ser calmado, por siempre consciente pero sin ningún esfuerzo.

Cada uno de ellos refleja los cuatro tipos de su sexo en cuatro maneras de comportamiento.

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martes, 20 de octubre de 2009

La Regla del Nagual II

El nagual es un ser doble ha quien se ha revelado la regla. Ya tenga forma de ser humano, de animal, de planta o de cualquier cosa viviente, el nagual, por virtud de su doblez, está forzado a buscar ese pasaje oculto.


El nagual aparece en pares, masculino y femenino.

Un hombre doble y una mujer doble se convierten en el nagual sólo después que la regla les ha sido revelada a cada uno de ellos, y cada uno de ellos la ha comprendido y la ha aceptado en su totalidad.

Al ojo del vidente, un hombre nagual o una mujer nagual aparece como un huevo luminoso con cuatro compartimentos.

A diferencia del ser humano ordinario, que sólo tiene dos lados, uno derecho y uno izquierdo, el nagual tiene el lado izquierdo dividido en dos secciones longitudinales, y un lado derecho igualmente dividido en dos.

El Águila creó el primer hombre nagual y la primera mujer nagual como videntes y de inmediato los puso en el mundo para que vieran.

Les proporcionó cuatro guerreras acechadoras, tres guerreros y un propio, a quienes ellos tendrían que mantener, engrandecer y conducir a la libertad.

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sábado, 26 de septiembre de 2009

Ensoñar del Guerrero

Soñar implica el cultivo de un poder peculiar sobre los propios sueños, hasta el punto en que las experiencias habidas en ellos y las vividas en las horas de vigilia alcanzan la misma valencia pragmática. Bajo el impacto del soñar, los criterios ordinarios para diferenciar entre sueño y realidad son inoperantes. La primera etapa de la fase preparatoria consiste en un juego mortal que la mente juega consigo misma; en la que cierta parte del ser hace todo lo posible por impedir el cumplimiento de la tarea. Eso puede incluir arrojarte a una pérdida de significado, la melancolía o incluso una depresión suicida.

Cada guerrero tiene su propio modo de soñar. Todos son distintos. Lo único que tenemos en común es que algo en nosotros tiende trampas para obligarnos a abandonar la empresa. El remedio es persistir a pesar de todas las barreras y desilusiones.

Acerca de cómo elegir un tema para soñar, la explicación es que el guerrero elige el tema manteniendo a la fuerza una imagen en la mente mientras para su diálogo interno. En otras palabras, si no es capaz de hablar consigo mismo por un momento, y luego evoca la imagen o pensamiento de lo que quiere soñar, aunque sólo sea por un instante, lo deseado vendrá a él.


El doble empieza en sueños. El doble es un sueño. Es la primera manifestación del hecho de darnos cuenta de que somos seres luminosos.
Los pasos que seguimos para llegar al doble son los mismos para todo el mundo, sobre todo al principio que son confusos e inciertos.

La meta del camino del guerrero es cultivar y mantener el sentido de darse cuenta. El guerrero lo limpia, lo pule y lo mantiene siempre funcionando.

El sueño en el que uno se ve durmiendo es la hora del doble. El doble empieza en los sueños. Uno mismo sueña el doble. Una vez que uno aprende a soñar el doble, se llega a una encrucijada extraña, y en un momento dado uno se da cuenta de que es el doble el que lo sueña a uno mismo. Somos un sueño, que el doble está soñando. Ese es nuestro misterio como seres luminosos.

La diferencia básica entre el hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío. Mientras que un hombre ordinario toma todo como bendición o maldición.

Uno no puede criticar a un guerrero por hacer cuanto impecablemente puede. Superar las limitaciones es el camino al poder. No podemos decir que el poder fluiría hacia uno si nuestra vida fuese diferente. Un guerrero no puede sentirse desamparado, ni desconcertado, ni asustado, bajo ninguna circunstancia.

Para un guerrero sólo hay tiempo para su impecabilidad, todo lo demás agota su poder, la impecabilidad lo renueva. La impecabilidad es hacer lo mejor que se pueda en lo que sea.
La clave de la impecabilidad es el sentido de tener o de no tener tiempo. Por regla general cuando uno se siente y actúa como un ser que tiene todo el tiempo del mundo no está siendo impecable; en esos momentos uno debe volverse, mirar alrededor suyo, y entonces se dará cuenta de que sus sentimientos de tener tiempo no tienen sentido. ¡No hay sobrevivientes en esta tierra!

Llegar a la totalidad de uno mismo no es cosa que uno quiera aceptar, o de que uno esté dispuesto a aprender.

¡No hay futuro! El futuro no es más que una forma de hablar. Para un guerrero sólo existe el aquí y el ahora. No hay encrucijada final, ni paso final en ninguna cosa. Y como no hay paso final en nada, no debe haber secreto acerca de nada de lo que es nuestra suerte como seres luminosos.

El poder personal es quién decide quién puede y quién no puede sacar provecho de una revelación.
La experiencia demuestra que son poquísimos los que estarían dispuestos a escuchar; y de los pocos que escuchan, menos aún estarán dispuestos a actuar de acuerdo a lo que han escuchado; y de aquellos que están dispuestos a actuar, menos aún tienen suficiente poder personal para sacar provecho de sus actos.

Las transformaciones y descubrimientos significativos del guerrero siempre se realizan en estados de sobriedad consciente. El poder da de acuerdo a la impecabilidad. La impecabilidad es de verdad el único acto que es libre y, por ello, la verdadera medida del espíritu de un guerrero.

Las tres técnicas que ayudan a "soñar" son romper las rutinas de la vida, la marcha de poder y no-hacer.
El no-hacer es un juego perceptual que consiste en enfocar la atención en partes del mundo comúnmente pasadas por alto, como las sombras de las cosas. No-hacer es, como todo lo demás, una técnica muy importante, pero no es el asunto principal.

Romper las rutinas, el paso de poder y no-hacer son avenidas para aprender nuevas maneras de percibir el mundo; maneras que dan al guerrero un anticipo de posibilidades increíbles de acción. El tener conciencia de que el mundo del "soñar" es independiente y pragmático, se hace posible por el uso de esas tres técnicas.

El “ensueño” es una ayuda práctica que inventaron los chamanes; sabían lo que estaban haciendo y buscaron la utilidad del nagual entrenando a su tonal para que se dejara ir, por un momento, por así decirlo, y luego volviera a agarrarse. "Ensoñar" es la corona del esfuerzo del guerrero. El uso máximo del nagual.

El secreto del doble radica en la burbuja de la percepción. El racimo de sentimientos puede agruparse al instante en cualquier parte. En otras palabras podemos percibir el aquí y el allá.

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viernes, 24 de julio de 2009

La Hora del Nagual

Nunca hay que volverse a la izquierda para enfrentar al nagual. El nagual es fatídico y no hay que acrecentar todavía más el riesgo.
El nagual es sólo para atestiguarse, no tiene explicación. Cuando uno trata con el nagual no hay que mirarlo de frente. La única manera de mirar al nagual es como si fuera algo común. Uno tiene que pestañear para romper la fijación. Nuestros ojos son los ojos del tonal; mejor dicho, nuestros ojos han sido entrenados por el tonal, por eso los reclama.

Nuestra obsesión es arreglar el mundo según las reglas del tonal. La cuestión es convencer al tonal de que hay otros mundos que pueden pasar ante las mismas ventanas. Deja que tus ojos sean libres, deja que sean verdaderas ventanas. Los ojos pueden ser ventanas para contemplar el aburrimiento o para atisbar la infinitud.

Cuando estés en el mundo del tonal, sé un tonal impecable, ahí no hay tiempo para cosas irracionales. Cuando estés en el mundo del nagual, sé un nagual impecable, ahí no hay tiempo para cosas racionales.

Otra cosa que uno debe hacer cuando enfrenta al nagual es cambiar la línea de los ojos, para así cambiar el encantamiento.

Si hay en nuestra isla demasiados objetos innecesarios, no podremos sostener el encuentro con el nagual.
A un guerrero se le debe enseñar a ser impecable y a estar totalmente vacío antes de que pueda, aún siquiera, concebir ser testigo del nagual.
Hay que barrer la isla y mantenerla limpia. Debe estar como si allí no hubiera nada.

Cuando un hombre común está listo, el poder le consigue un maestro, y se hace aprendiz. Cuando el aprendiz está listo, el poder le consigue un benefactor, y se hace guerrero.

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