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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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sábado, 17 de febrero de 2024

El Acto de Estar Vivo como una Cuestión de Cognición

El cuerpo energético es la contraparte del cuerpo físico; una configuración etérea hecha de pura energía. La diferencia energética con el cuerpo físico es que la energía del cuerpo energético tiene únicamente apariencia, pero no masa. Siendo pura energía, el cuerpo energético puede llevar a cabo actos que van más allá de las posibilidades del cuerpo físico.

Ensoñar es el arte de templar el cuerpo energético, de hacerlo coherente y flexible, ejercitándolo gradualmente. Por medio del ensueño, condensamos el cuerpo energético, hasta llegar a hacerlo una unidad capaz de percibir. A pesar de que la manera normal de percibir el mundo afecta al cuerpo energético, su modo de percibir es independiente. Tiene su propia esfera.
Esa esfera es energía. El cuerpo energético trata con la energía en términos de energía. Existen tres formas en las que trata con la energía. Puede percibir la energía a medida que ésta fluye; puede usarla para propulsarse dentro de áreas insondables; o puede percibir como percibimos normalmente el mundo.

Percibir la energía a medida que ésta fluye quiere decir “ver”. Quiere decir que el cuerpo energético “ve” energía directamente como una luz, o como una especie de corriente vibratoria, o como un disturbio borroso. O la siente directamente como una sacudida, o una sensación que hasta puede ser dolorosa.
Puesto que su esfera es la energía, el cuerpo energético no tiene ningún problema en usar corrientes de energía que existen en el universo para propulsarse a sí mismo. Todo lo que tiene que hacer es aislarlas y, al instante, se lo llevan.

Llegar a la primera compuerta del ensueño, de una manera calculada y con control, es llegar al cuerpo energético. Pero mantener ese cálculo y control es básicamente un asunto de tener energía. Un guerrero obtiene esa energía organizando de una manera ingeniosa, la energía natural que posee y utiliza para percibir el mundo cotidiano.

Todos tenemos una cantidad determinada de energía básica. Esa cantidad es nuestro total acervo energético y lo usamos todo para percibir y tratar con nuestro absorbente mundo. No hay más energía disponible para nosotros en ningún lugar, y como la energía de la cual disponemos está ya siendo utilizada en su totalidad, no nos queda ni un ápice para percepciones extraordinarias como el ensueño; por lo tanto, solo nos queda la tarea de rebuscar energía donde se pueda.
Para rebuscar energía, un guerrero reorganiza ingeniosamente la distribución de su energía básica, descartando cualquier cosa que considere superflua en su vida. A este método se le llama “El Camino del Guerrero”.

El Camino del Guerrero es, esencialmente, una cadena de conducta alternativa que se puede usar para tratar con el mundo diario; una conducta mucho más directa y eficiente que la conducta usual. Es más eficiente porque está expresamente diseñada para renovar nuestra energía, alterando nuestras reacciones básicas al hecho de estar vivos.
Hay dos maneras de encarar el hecho de estar vivos. Una es rindiéndose a él, ya sea resignándose a sus demandas o peleando contra ellas. La otra es moldeando lo particular de nuestra situación vital, a fin de hacerla encajar en nuestras propias configuraciones. Cada uno de nosotros puede moldearla a la medida de nuestras especificaciones. Eso hacen los ensoñadores. ¿Una aseveración estrafalaria? Realmente no, si tomamos en consideración lo poco que sabemos acerca de nosotros.
Nuestro interés debería ser involucrarnos completamente en el tema de la vida y el tema de estar vivos; es decir, la vida como consecuencia de fuerzas biológicas, y el acto de estar vivo, como una cuestión de cognición.

Cuando un guerrero habla de moldear lo particular de su situación vital, quiere decir moldear la conciencia de estar vivo. Al moldear esta conciencia, podemos obtener suficiente energía para llegar al cuerpo energético y sostenerlo. Con el cuerpo energético, sin lugar a dudas, podemos moldear la dirección y las consecuencias totales de nuestras vidas.

Estos conceptos no son solo para pensar en ellos, sino que por medio de la repetición, convertirlos en una forma factible de vida.
Todo lo nuevo en nuestra vida, tal como los conceptos del Camino del Guerrero, debe ser repetido hasta el agotamiento si se quiere incorporarlo a nuestra cognición del mundo. La manera en que nuestros progenitores nos socializaron para funcionar en el mundo cotidiano fue a través de la repetición.

La atención de ensueño entra en juego cuando se le llama, cuando se le da un propósito. Pero este acto de entrar en juego no ocurre de la manera en que uno entiende un proceso: un sistema de operaciones en curso, o una serie de acciones o funciones que llevan a un resultado final; más bien es un despertar: algo que estaba inactivo se convierte de repente en algo funcional.

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lunes, 9 de octubre de 2023

Afrontar los Dos Lados de la Conciencia

La solidez aparente del yo, que nos fuerza a desarrollar una manera de comprender el mundo, de ser y de comportarnos de una determinada manera, puede llegar a derrumbarse voluntariamente.

El "no-hacer" se refiere a todo lo que no está incluido en el inventario que nos han impuesto desde el momento mismo del nacimiento.
Al ocuparnos de cualquier artículo de nuestro inventario impuesto, nos dedicamos al "hacer"; todo lo que no forma parte de ese inventario es "no-hacer".

Adoptar una postura que contradiga los puntos de vista consensuales del orden social establecido, no es fácil. Se ha de elegir a favor del yo energético, de la libertad y de la conciencia de tu ser total.
Somos vulnerables porque nos sentimos extraviadamente importantes.

Todos tenemos unos tremendos recursos ocultos y una conexión viva con el Poder que está más allá de nuestra imaginación más descabellada, pero la mayoría de la gente elige ignorar la magia escondida de nuestra propia existencia.
Nuestro mayor error es que nos negamos con firmeza a tratar con nosotros mismos como seres luminosos con un potencial ilimitado.
Nos tomamos demasiado en serio, nos quedamos enganchados a la razón y no nos liberamos.
Nuestro engaño es, darle la espalda al Universo misterioso con el fin de entregarnos a las limitaciones estériles de nuestro propio auto-reflejo.

Las prácticas que permiten el silencio mental se denominan “no-hacer” y se corresponden con ciertas acciones específicas ajenas a la descripción del mundo que conocemos.

El “hacer” es fruto del pensar y permite que todo siga como hasta el momento. La base de todo “hacer” es que, después de realizarlo, todo sigue como antes, aunque nuestro estado interno sea más relajado y comprensivo.

Nuestra mirada solo percibe un mundo condicionado por conceptos preexistentes, repetido continuamente por nuestro diálogo interno que nos dice como son y cómo han de seguir siendo las cosas.
El diálogo interno actúa como un guardián, sacando a la superficie todo lo rechazado, lo que aun no hemos resuelto y nuestros deseos y necesidades más profundas.

Pensar y hacer son los pilares que se esconden detrás de la violencia, el odio, el egoísmo, el temor… Nos repetimos continuamente como creemos que es el mundo, nos comportamos en consecuencia y terminamos creyendo que el mundo ha sido y siempre será así.
Si el flujo que sostiene la argamasa de este mundo se detiene (si el diálogo mental cesa), el mundo se derrumba en un solo instante, como si jamás hubiera existido algo semejante. De golpe, nuestro cuerpo está hecho de luz; nuestra conciencia está abierta a canales telepáticos y a inteligencias desconocidas; las leyes que regulan nuestro movimiento y comprensión se focalizan en el vientre y no en la cabeza; nuestros sentidos ya no están limitados a una estrecha gama de percepciones auditivas o visuales, sino que somos capaces de percibir con todo el cuerpo y en una banda extensísima del espectro sensorial; las dependencias sociales y familiares han desaparecido y nos vivenciamos como seres libres y eternos, que han jugado por un instante a vivir encerrados en una carcasa con apariencia humana...

Los “no-hacer” entran en franco conflicto con los “hacer” ordinarios, hasta detener la descripción de lo conocido y abrir la puerta que nos conduce a otra realidad, donde podremos afrontar la conciencia del otro yo. Lo más fascinante del “no-hacer” es que comienza, como cualquier “hacer”, en la “primera atención”; pero, si se realiza sistemáticamente, dispone de la suficiente potencialidad para empujarnos al “otro lado de la realidad”. Y, una vez allí, aun nos queda la enorme tarea de integrar los dos lados de la conciencia: el ventrículo del lado derecho del cerebro (Nagual), y el ventrículo del lado izquierdo del cerebro (Tonal), para alcanzar finalmente la Totalidad de Uno Mismo.

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jueves, 23 de agosto de 2018

La Necesidad de Anular la Dualidad

Un guerrero que cuenta con su humildad sabe que su destino es el mismo que el de cualquier otro ser vivo de la tierra. Así que, en lugar de ilusionarse con falsas esperanzas, trabaja concreta y duramente para salir de su condición humana y acogerse a la única salida que tenemos: la ruptura de nuestra barrera perceptual.


Previa al nacimiento, la dualidad impuesta al hombre no existe, pero a partir del nacimiento las dos partes son separadas. Una parte se vuelve hacia el exterior y se convierte en el cuerpo físico; la otra, hacia el interior y se convierte en el doble. Al morir la parte más pesada, el cuerpo, regresa a la Tierra para ser absorbida por ella, y la parte ligera, el doble, se libera. Pero desafortunadamente, puesto que el doble no fue perfeccionado nunca, experimenta la libertad por sólo un instante antes de dispersarse en el universo.

Si morimos sin haber borrado nuestro falso dualismo del cuerpo y la mente, morimos una muerte ordinaria. Morimos porque la posibilidad de ser transformados no forma parte de nuestros conceptos. Esta transformación tiene que lograrse mientras estemos vivos y, llevar a cabo nuestra tarea con éxito, es el único propósito verdadero que un ser humano puede tener. Todos los demás son logros transitorios, puesto que la muerte los disuelve en la nada.

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lunes, 9 de octubre de 2017

Libertad de Ser

El hombre puede ser libre sin hallarse solo; crítico, sin henchirse de dudas, independiente, sin dejar de formar parte integrante de la humanidad. El hombre puede alcanzar esta libertad siendo lo que realmente es, y se alcanza no solamente con el pensamiento, sino con la totalidad del hombre, con la expresión activa de su energía emocional e intelectual. Éstas se hallan presentes en todos, pero se actualizan sólo en la medida en que lleguen a expresarse.
La libertad consiste en la realización espontánea de los actos de un guerrero con la totalidad de su ser.

La espontaneidad es la actividad del ser auténtico e implica el ejercicio de la propia y libre voluntad. Al hablar de actividad aquí se refiere al carácter creador que puede hallarse tanto en las experiencias emocionales, intelectuales y sensibles, como en el ejercicio de la propia voluntad. Una de las premisas de esta espontaneidad reside en la aceptación de la personalidad total y en la eliminación de la distancia entre naturaleza y razón; porque la actividad espontánea tan sólo es posible si el hombre no reprime partes esenciales de su ser... llega a ser transparente para sí mismo y si las distintas esferas de la vida han alcanzado una integración fundamental.

Los actos espontáneos son el único camino por el cual el hombre puede superar el terror de la soledad sin sacrificar la integridad de su ser; puesto que en la espontánea realización de su esencia es donde el individuo vuelve a unirse con el hombre, con la naturaleza, consigo mismo. Solamente aquellas cualidades que surgen de nuestra acciones espontáneas dan fuerza a nuestro verdadero ser y constituyen, por lo tanto, la base de su fortaleza. La incapacidad para obrar con espontaneidad, para expresar lo que verdaderamente uno siente y piensa, y la necesidad consecuente de mostrar a los otros y a uno mismo una “máscara”, constituyen la raíz de los sentimientos de inferioridad y debilidad. Seamos o no conscientes de ello, no hay nada que nos avergüence más que el no ser nosotros mismos.

Lo importante aquí es el acto como tal, el proceso y no sus resultados. En nuestra cultura es justamente lo contrario lo que se acentúa más. Producimos no ya para satisfacción propia, sino con el propósito abstracto de vender nuestra mercadería; creemos que podemos lograr cualquier cosa, material o inmaterial, comprándola; y de este modo los objetos llegan a pertenecemos independientemente de todo esfuerzo creador propio. Del mismo modo, consideramos nuestras cualidades personales y el resultado de nuestros esfuerzos como mercancías que pueden ser vendidas a cambio de dinero, prestigio y poder. De este modo, se concede importancia al valor del producto terminado en lugar de atribuírsela a la satisfacción inherente de la actividad creadora. Por ello el hombre malogra el único goce capaz de darle la felicidad verdadera —la experiencia de la actividad del momento presente— y persigue en cambio un fantasma que lo dejará defraudado apenas crea haberlo alcanzado: la felicidad ilusoria que llamamos éxito.

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miércoles, 22 de marzo de 2017

La Encrucijada de la Conciencia

Las acciones sistemáticas que un guerrero realiza en estados de conciencia acrecentada son un recurso para permitir que el otro yo se manifieste mediante el acto de recordarse a sí mismo. Cada uno de nosotros puede ir directamente a los recuerdos de nuestra luminosidad con resultados insondables, pero los únicos que se aventuran a hacerlo son los guerreros.

La conciencia tiene una brillantez peculiar. Para un guerrero que “ve”, la conciencia de la vida cotidiana es un destello en el lado derecho que se extiende desde el cuerpo físico hasta la periferia de nuestra luminosidad. La conciencia acrecentada se “ve” como un brillo más intenso que se asocia con gran velocidad y concentración, un resplandor que satura la periferia del lado izquierdo.

La claridad y la libertad de la conciencia del “lado izquierdo” están en oposición directa a las racionalizaciones y las interminables defensas del “lado derecho”. Todo guerrero ha de cruzar la misma encrucijada que esa polaridad modela, además esa escisión ha de reforzarse a fin de que el guerrero adquiera el convencimiento de que en los seres humanos hay una conciencia que no se ha explorado.

Intuir una realidad que trasciende el mundo que percibimos se queda en el nivel de las conjeturas. No obstante, un guerrero debe tratar de presenciar el flujo de impresiones y “ver” la manera como el hombre y otros seres vivientes lo usan para construir su mundo perceptible.

La percepción es una facultad física que cultivan los seres vivos y se le conoce como “atención”. Ese acto es nuestra hazaña más singular, que cubre toda la gama de alternativas y posibilidades humanas. Las alternativas son las que estamos capacitados para escoger como personas que funcionan dentro del medio social. Las posibilidades humanas son aquellas que estamos capacitados para lograr como seres luminosos.

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martes, 7 de marzo de 2017

Mover la Rueda del Tiempo

El tiempo, en el camino del guerrero, no es algo que se mida con los movimientos del reloj. El tiempo es la esencia de la atención; las emanaciones del Águila están compuestas de tiempo.

La rueda del tiempo es un estado de conciencia acrecentada del yo real, así como la conciencia del lado izquierdo es el estado de conciencia acrecentado del yo ordinario. La rueda del tiempo podría describirse físicamente como un túnel infinito de largo, un túnel con surcos que brillan. Cada surco es infinito, y hay cantidades infinitas de ellos.

Todos los seres vivos están obligados, por la fuerza de la vida, a contemplar compulsivamente esos surcos. Contemplarlo significa ser atrapado por él.

Lo que un guerrero llama voluntad pertenece a la rueda del tiempo. Es algo parecido a un tentáculo intangible que todos nosotros poseemos. El designio final de un guerrero consiste en aprender a concentrarlo en la rueda del tiempo con el fin de hacerla girar. Un guerrero que ha logrado hacer girar la rueda del tiempo puede contemplar cualquier surco y extraer de él lo que desee.

Ser atrapado compulsivamente en cualquier surco del tiempo implica ver las imágenes de ese surco conforme se alejan. Ser libre de la fuerza fascinante de esos surcos significa que uno puede ver en cualquier dirección, ya sea cuando las imágenes se alejan o cuando se aproximan.

Un guerrero no tiene vida propia; a partir del momento que comprende la naturaleza de la conciencia, dejan de ser personas y la condición humana ya no forma parte de su visión.

El reto de un guerrero consiste en llegar a un equilibrio muy sutil de fuerzas positivas y negativas. Esto significa que el guerrero debe luchar por enfrentar cualquier situación concebible, lo esperado y lo inesperado con igual eficiencia.

Se requiere una enormidad de fuerza para abandonar el intento de la vida de todos los días. En la mirada está el secreto. Los ojos convocan el intento.

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jueves, 23 de febrero de 2017

Despertando del Sueño

Tal como el hombre es, vive en el así llamado estado de vigilia en el cual todo sucede de la única manera en que puede suceder debido a las innumerables cadenas de Causa y Efecto. La evolución de la humanidad es imposible en un sentido general. Un hombre puede evolucionar y llegar a ser más consciente pero la humanidad no lo puede hacer a menos que cada persona trabaje para acrecentar la conciencia, y tal cosa es muy improbable —de hecho, totalmente imposible debido a muchas razones.

El estado de Conciencia al que intentamos llegar es la Tercera Atención —el Estado de Recuerdo de Si—

Sin embargo, el primer paso que hay que dar es comprender mediante el esfuerzo de un largo e imparcial acecho de uno mismo que no nos recordamos a nosotros mismos y que, de hecho, estamos siempre en un estado de sueño. En ese estado de sueño vivimos, decimos todos los días miles de palabras, hacemos el amor, escribimos libros, nos matamos los unos a los otros. Todo eso se hace dormido. Esta es una de las primeras cosas, cuya verdad hemos de comprender nosotros mismos. La humanidad está dormida, pero también nosotros estamos dormidos. Este es el punto que es preciso darse cuenta mediante una imparcial observación de nosotros mismos. Tan solo cuando comprendemos que estamos dormidos, que somos compulsivos y no seres conscientes, se produce el comienzo del despertar.

La Tercera Atención de Conciencia significa despertar, llegar a ser consciente de todo cuanto hacemos y decimos, a recordarnos a nosotros mismos, a acecharse a uno mismo para llegar a tener la percepción de que hay algo en mi que es distinto de quien creo ser y que está situado en mi interior por detrás de las falsas apariencias que creo ser. De esta manera la Personalidad se vuelve pasiva y la Esencia es activada, que es la que en última instancia nos permite acceder a la Tercera Atención. La Esencia está detrás de la Personalidad. La Personalidad que la vida ha formado en ti no eres tú. No eres tú, pero crees serlo. Esto es estar dormido.

Con el fin de recordarse a sí mismo cada vez más profundamente, un guerrero debe creer en la existencia de una Poder Superior, para sentir otra realidad diferente de la que ha tenido desde su infancia.

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domingo, 19 de febrero de 2017

Vislumbres de la Tercera Atención

La causa fundamental de casi todos los malentendidos que surgen en el mundo interior del hombre, así como también en la vida común de la gente, se deben sobre todo a un factor que se encuentra en su conciencia, que desde una edad temprana y debido a la educación, producen estímulos que dan nacimiento en él a los impulsos de "vanidad" y "orgullo".

A este respecto hay que señalar solemnemente que la felicidad del hombre, que depende de alcanzar la Tercera Atención —esto es, el Estado de Recuerdo de Sí o de Conciencia de Sí— empieza en todos los casos con la ausencia en nosotros de los sentimientos de vanidad y de orgullo La actividad de la Instalación Foránea cesa en la Tercera Atención y logramos estados en los cuales la es dejada enteramente a un lado experimentando una signo de iluminación y felicidad que nos es completamente desconocida en los estados ordinarios de conciencia en los cuales pasamos la mayor parte de nuestra existencia. Todo sentido de preocupación desaparece como también los sentimientos acostumbrados de "Yo". Todas las formas de celos, todas las formas de consideración interna se desvanecen. Se está solo consigo mismo y se saborea una nueva clase de conciencia, que llamamos Conciencia Acrecentada.

Entrar en la Tercera Atención es un derecho que tenemos por nacimiento, pero que lo perdemos debido a la enseñanza, la educación y la guía de nuestros familiares, maestros y adultos en general, entrando así en el llamado estado de vigilia –es decir, de la primera atención-, muy semejante a caer del cielo al infierno. En este Estado nos atacan, por todos lados, toda la variedad de desdichados estados interiores de los cuales solo un sincero acto de Recuerdo de Si puede separarnos. En lugar de hacerlo nos identificamos con todo lo que nos acontece en el estado de la primera atención —esto es, el estado de adormecimiento en el que vive la humanidad y que, como un sarcasmo, es llamado plena conciencia—.
Por eso conviene recordar que en la Tercera Atención, la Instalación Foránea pierde todo el poder que manifiesta sobre nosotros y pasamos a un terreno enteramente nuevo de experiencias interiores y exteriores.

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martes, 14 de junio de 2016

El Punto de Partida

Muchas cosas se olvidan y se oscurecen porque olvidamos el punto de partida. Pero, en el momento en que conectamos las cosas con el comienzo, vemos por qué sobrevinieron, dónde van y qué queremos obtener. Entonces, nos damos cuenta de lo que hemos conseguido a lo largo del camino y vemos que si no podemos esperar más es porque el bagaje que llevamos no está suficientemente comprendido.

Debemos recordar siempre el punto de partida. Recordar no está simplemente conectado con las palabras sino con la búsqueda de lo prodigioso. El camino del guerrero no tendría significado si no fuera por la búsqueda de lo extraordinario.

Por ejemplo, resulta asombroso que no se tengan en cuenta cuestiones como la separación entre "el verdadero yo" y "la personalidad", porque es uno de los asuntos más importantes, sino el más importante, que se puede observar en nuestro verdadero caminar por la vida.

Al hablar, al escribir, al pensar cuando uno quiere recordarse a sí mismo, es preguntarse siempre: "¿Quién está hablando?", "¿Quién está escribiendo?", "¿Quién está pensando?"

Si se hace eso, entonces, después de poco tiempo, se podrá distinguir quién está hablando y empezarás a reconocer las diferentes voces. Deberás conocer tu falsa personalidad y descubrir sus rasgos, sus rostros, sus manifestaciones y voces. Deberás saber en qué consiste. A veces, podrás oír realmente cuando la falsa personalidad hable. No es de mucha utilidad seguir sin eso, pues sólo seguirás dando vueltas y vueltas en el mismo círculo y retornando siempre al mismo sitio. Cuando puedas estar seguro de que eres realmente "tu", entonces podrás hablar. Por el momento, ya debes conocer y desconfiar de tu falsa personalidad.

Lo importante sería hacer esto sin esperar recompensa futura, porque la idea de la separación es suficientemente importante en sí misma. Atrapar un momento en el que tu falsa personalidad quiera hacer algo o no quiera hacer algo, y detenerla. Cuando descubras un conflicto entre tú y ella, de ti va a depender cómo actuar. Si empiezas peleando, esto crea una tormenta emocional. Si no hay lucha, las emociones están dormidas. Todas las cosas sobrevienen a través de la fricción, la fricción entre el lugar en el que puede crecer el "verdadero yo" y la falsa personalidad. El verdadero viaje empieza en el momento que uno siente esta división entre aquello en lo que uno confía dentro de sí mismo y aquello en lo que no confía. Aquello en lo que uno confía es creado enteramente por el intento. Antes era tan sólo un lugar vacío, pero si uno empieza a acecharse, algo empieza a solidificarse. No obstante, te podrás conocer mejor y tener más confianza solamente si conoces tu propia falsa personalidad, de lo contrario, la falsa personalidad se mezclará con tu intento y pretenderá ser el "yo" real, o el comienzo del "yo" real.

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lunes, 11 de abril de 2016

Dimensión de lo Sagrado

La verdad de lo que somos puede ser percibido solo desde una energía más fina, una inteligencia en uno mismo que puede ver. Eso exige una relación precisa entre la manera habitual de pensar y eso que se esté viendo. Uno debe seguir al otro, sino uno se pierde en la substancia del pensamiento.

No se puede estar en contradicción con uno mismo, no importa lo pequeña que ésta sea. Si no, no se puede ver. Una contradicción significa de un lado, una necesitad de saber quién uno es y del otro una cabeza que funciona sola, por sí misma; una emoción que funciona sola, por sí misma; y tensiones que nos apartan de las sensaciones.

Cuando te ves perdido en la oscuridad sientes que necesitas claridad, necesitas una visión. Percibes la necesidad de ver, en un sentido totalmente diferente que el deseo de cambiar, porque ayer te sentiste en un estado más cómodo. Entonces, poco a poco, las tensiones del cuerpo empiezan a soltarse de uno mismo. La mente puede ver sin querer un resultado y el cuerpo se abre a una disposición diferente. La energía se libera y una realidad interior aparece. No hay más contradicción. Ves, solo eso… solo estás viendo.

Observar sin contradicción es como seguir un corriente de agua rápida, un torrente ardiente, con anticipación por cada movimiento del agua con un ojo, y mirando cada pequeña ola con el otro. No hay tiempo para pensar, para comentar o juzgar. No hay más pensamiento. La mente empieza a estar tranquila y sensible ─muy activa pero tranquila─. Ves sin distorsión. Una observación silenciosa da luz a la comprensión pero esta verdad debe ser vista –percibida─.
El orden nace del desorden. Estar en desorden y, al mismo tiempo, presente al desorden da el conocimiento de otra posibilidad, otro orden de las cosas; entonces, hay una posibilidad diferente.

Este método es perfecto para aquellos que lo desean, para los que tienen determinación. La dificultad no es tanto en un nivel físico, porque los movimientos son relativamente sencillos y los aprendemos desde el principio, progresando conforme sucede la integración. Desarrollamos nuestras capacidades cerebrales practicando la atención dividida, un camino para dominar la mente más que ser dominado por ella y dándole una expansión creativa.
En muchas ocasiones utilizamos esta ‘atención dividida’ en nuestras vidas, generalmente inconscientemente, como cuando conducimos un coche, por ejemplo. Mientras este tipo de función se mantenga mecánica, nos ubica fuera de nosotros mismos y nos deja fragmentados. Esto es lo que crea estrés, dispersión, falta de concentración e inquietud en general: un bajo nivel de vitalidad.

Debido a su geometría precisa y ritmo poco común, los movimientos nos regresan constantemente al aquí y el ahora. Rompemos el patrón mecánico del lenguaje corporal, personal y limitado, al volvernos disponibles a un nuevo vocabulario, físico y energético.
Cuando buscamos un estado de atención sin tensión, una colaboración cercana es necesaria entre nuestros cuerpos físico, emocional e intelectual. Algunas veces, después de un intenso esfuerzo, surge un momento de presencia que nos conecta a lo que es esencial. Momento de iniciación, momento de gracia que nos afecta para siempre. En cada movimiento, en cada medida, este es el momento que invitamos, para entrar en contacto con lo que todos buscamos con mayor o menor conciencia, la dimensión de lo sagrado; para que esta dimensión se vuelva presente como una cualidad básica en cada día de nuestras vidas.

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martes, 1 de marzo de 2016

Acerca del “No-Hacer”

La mitad de las cosas que la gente quiere saber son sobre el qué “hacer”, ─cómo cambiar esto, destruir aquello, evitar eso otro, y así sucesivamente─. Pero para cambiar, incluso una mínima cosa, hace falta un esfuerzo enorme. Uno no se da cuenta hasta que lo intenta por sí mismo. Solo a través del camino del guerrero se puede cambiar algo y esto es algo que suele olvidarse con frecuencia.

Todo sucede y nadie puede hacer nada. Desde el momento en que nacemos y hasta el momento en que morimos las cosas suceden, suceden y suceden, y nosotros pensamos que “hacemos”. Ésta es nuestra condición natural en la vida, e incluso la más pequeña posibilidad de “hacer” algo solo se presenta a través del intento, y primero en uno mismo, no fuera. Incluso en uno mismo, el “hacer” empieza la más de las veces por “no-hacer”. Antes de poder hacer algo que antes no se podía, se deben “no hacer” muchas cosas que antes se hacían.

La mayoría de la gente no quiere abandonar la idea de que puede “hacer”, de modo que si llegan a la conclusión de que las cosas suceden lo natural es buscar excusas, tales como “esto ha sido un accidente, pero mañana será diferente”. Es por esto que no podemos asimilar la idea. Resulta muy útil repasar la propia vida desde este punto de vista. Intentamos hacer algo, pero algo diferente sucedió. Si somos realmente sinceros, lo veremos; si no, llegaremos hasta a persuadirnos de que lo que sucedió era realmente lo que queríamos.

Se debe comenzar con alguna idea concreta. El intento es averiguar qué es lo que realmente nos impide el recuerdo de nosotros mismos y es necesario ser activos en ese acecho porque no se consigue nada siendo pasivos.
El objetivo es la libertad y ocurre que olvidamos desde el principio, dónde y por qué empezamos, perdiéndonos en los detalles. El recuerdo de nosotros mismos de nada sirve si olvidamos el objetivo primordial. Si no es recordado emocionalmente nuestro objetivo fundamental, pueden pasar años y uno permanecer en el mismo estado; y no basta con educar la mente, hay que educar la voluntad. Ya que nuestra voluntad no es nuestra en absoluto, hemos de acecharla. Si esto se entiende, se debe tener el coraje de renunciar a la falsa voluntad para entender el conocimiento silencioso a través del “no hacer”. Hay que manifestar esos momentos y acumularlos, sin posibilidad de que puedan escapar, en las “alforjas” de nuestro intento .

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miércoles, 6 de enero de 2016

El Viento de las Mujeres

Las mujeres poseen una dirección singular y cada una de ellas tiene un viento personal. El viento se mueve dentro del cuerpo de una mujer debido a que tiene útero. Una vez dentro del útero, el viento no hace sino atraparla y decirle cosas. Cuanto más serena y relajada se encuentra la mujer, mejores son los resultados. Puede decirse, que de pronto, la mujer se encuentra haciendo cosas de cuya realización no tiene la menor idea.

Una mujer guerrero puede usar su viento particular para cualquier propósito específico, como embellecer su cuerpo y renovarlo. El viento puede decirle a una mujer qué hacer con todo. Su vida, sus cosas, sus sentimientos. Puede parecer que son sus propios pensamientos; pero no obstante cuando se tranquilizan, comprenden que hay algo que les dice las cosas. Una mujer guerrero debe entregarse al viento y dejar que la guíe.
Hay cuatro vientos, como hay cuatro direcciones. Esto en cuanto a lo que hacen los chamanes. El cuatro es un número de poder para un guerrero. Los cuatro vientos son:

La Brisa
La Brisa es el amanecer. Trae la esperanza y la luminosidad; es el heraldo del día. Entra en todo, viene y se va.
A veces es dulce y apacible; otras es inoportuno y molesto.

El Viento de Mediodía
El Viento del Mediodía es un viento violento, cálido o frío, o ambas cosas. Sus ráfagas están llenas de energía, pero también llenas de ceguera.
Se abre camino destrozando puertas y derribando paredes. Un guerrero ha de ser terriblemente fuerte para detener al viento violento.

El Viento del Atardecer
El Viento del Atardecer es un viento triste y molesto. Un viento que nunca le deja a uno en paz y que hiela y hace llorar. Sin embargo hay en él una profundidad tal que bien vale la pena buscarlo.

El Viento Cálido
El Viento Cálido abriga, protege y lo envuelve todo. Es un viento nocturno. Su fuerza está unida a la oscuridad.

Los cuatro vientos están igualmente asociados con las cuatro direcciones.
La Brisa es el Este.
El Viento Violento o del Mediodía es el Norte.
El Viento Frío o del Atardecer es el Oeste.
El Viento Cálido o de la Oscuridad es el Sur.

Los cuatro vientos poseen también personalidad.
La Brisa es alegre, pulcra y furtiva.
El Viento Violento o del Mediodía es enérgico, imperativo e impaciente.
El Viento Frío o de la Tarde es variable y meditabundo.
El Viento Cálido o de la Noche es feliz, confiado y bullicioso.

Los cuatro vientos son mujeres, es por eso que los guerreros femeninos los buscan. Vientos y mujeres son semejantes. Esta es una de las razones por las cuales las mujeres aprenden con mayor rapidez que los hombres si se mantienen fieles a su viento.
Una mujer averigua cuál es su viento si se queda quieta y no se habla a sí misma, mientras deja que el viento la penetre.

Rasgos Específicos del Cuerpo Luminoso

Categorías de la Personalidad

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martes, 22 de diciembre de 2015

La Cuenta del Espiritu del Hombre

La impecabilidad dicta que sólo se debe aceptar el papel de uno como intermediario y con humildad.
La cuenta del espíritu del hombre siempre anda necesitada de depósitos y, sin importar cómo elijamos incrementar ese saldo, siempre basta con cualquier forma de pago impecable.


Nagualismo es el término empleado para describir el conocimiento del guerrero tolteca. El camino del guerrero es el registro de ese conocimiento; un prisma que refleja el faro del nagualismo en lo más hondo de nuestro ser. Una vez que el resplandor de esas percepciones mágicas ha iluminado nuestras vidas, nos encontramos cambiando en formas que nos resultan incomprensibles para nuestros sentidos físicos y nuestras mentes racionales.
Los guerreros viven en el momento del ahora, y ahora es el momento de actuar. Tarde o temprano debemos ir más allá del diálogo interno y cambiar nuestra esmerada disposición de conocimiento por una vida de acción impecable. Tarde o temprano el preámbulo del poder intelectual e intuitivo debe dar paso a un proceso personal y empírico. Tarde o temprano debemos reclamar nuestro conocimiento de los misterios experimentando el movimiento significativo a una percepción diferente.
Como guerreros nos enfrentamos a los condicionamientos del conocimiento atreviéndonos a actuar. Asumimos la responsabilidad de nuestros propios y enérgicos recursos cuando nos entregamos al poder. Y mediante nuestras acciones aprendemos a equilibrar las fuerzas de la magia y de la condición de guerrero, comprendiendo en el proceso que nuestro éxito emerge desde el corazón de esta terrible dicotomía.
El camino del guerrero requiere que reposemos hasta que podamos hacer que las contradicciones del conocimiento se enfrenten entre sí en una búsqueda impecable de la verdad. No hay nada lógico acerca de este insondable curso de acción, simplemente porque, para empezar, no hay nada racional o explicable sobre el poder. Ningún hombre o mujer puede cartografiar el camino del conocimiento o predecir el modo en que se conseguirá la victoria del guerrero. La regla dicta que debemos ocupar nuestro sitio entre los insondables misterios del universo, por el mero hecho de considerarnos a nosotros mismos como uno de ellos.
El poder es, el poder mueve. Estas son las únicas cosas que alguien puede llegar a saber con certeza. Pero para algunos de nosotros, la comprensión teórica de esta verdad no basta. En lugar de pensar y hablar de la naturaleza incomprensible del universo, los guerreros actúan para unirse hasta que la realidad del poder y sus movimientos se hayan convertido en parte de su experiencia personal y directa.

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sábado, 12 de diciembre de 2015

Desapego de Guerrero

El desapego no aporta automáticamente sabiduría, pero no obstante, supone una ventaja, pues permite al guerrero detenerse momentáneamente para reconsiderar las situaciones y volver a ponderar las posibilidades. Para usar de manera consistente y correcta ese momento extra, un guerrero tiene, sin embargo, que luchar incansablemente durante toda su vida.


Desapego es cuando un guerrero deja de tener cualquier clase de expectativas y las acciones de la gente ya no le afectan. Entonces, una extraña paz se convierte en la fuerza que rige su vida. El desapego es uno de los conceptos de la vida del guerrero.

A los guerreros les resulta mucho más fácil salir adelante en condiciones de máxima tensión que ser impecables en circunstancias normales. Todas las facultades, posibilidades y logros del chamanismo, desde los más simples hasta los más asombrosos, se encuentran en el propio cuerpo.

Los seres humanos tienen dos lados. El lado derecho abarca todo lo que el intelecto es capaz de concebir. El lado izquierdo es un ámbito de características indescriptibles, un ámbito para el que no existen palabras. El lado izquierdo es comprendido –si es comprensión lo que tiene lugar─ con la totalidad del cuerpo. De ahí que se resista a la conceptualización.

A todo ser vivo se le ha otorgado el poder, si así lo desea, de buscar una apertura hacia la libertad y de pasar por ella. Cruzar hacia la libertad no significa alcanzar la vida eterna en el sentido usual de eternidad; es, vivir para siempre. Ocurre, más bien, que los guerreros pueden conservar su conciencia, que normalmente se abandona al momento de morir. En el momento de cruzar, el cuerpo en su totalidad se inflama de conocimiento. Al instante, cada célula se torna consciente de sí misma y, además, consciente de la totalidad del cuerpo. El don de la libertad no es una dádiva, sino la oportunidad de tener una oportunidad.

Buscar la perfección del espíritu del guerrero es la única tarea digna de nuestra transitoriedad y de nuestra condición humana. Si el espíritu de un guerrero está deformado, simplemente debe arreglarlo, depurándolo y perfeccionándolo, porque no hay en la vida tarea más digna que pueda emprenderse. No arreglar el espíritu es buscar la muerte, y eso es igual a no buscar nada, porque la muerte va a alcanzarnos de todos modos.
Un hombre, cualquier hombre, merece cuanto les toca en suerte a los hombres: alegría, dolor, tristeza y lucha. No importa la naturaleza de sus actos, siempre y cuando actúe como un guerrero.

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jueves, 10 de septiembre de 2015

Rasgando el Velo

Tensegridad nos permite recordar una danza olvidada, por la especie humana desde tiempos ancestrales, que nos conecta con nuestra verdadera naturaleza como hijos de la Madre Tierra.


La Tensegridad es una actividad práctica que coloca a la persona en una posición inmejorable para enfrentar de manera óptima los desafíos que se le presentan en su vida cotidiana. Este mejoramiento se consigue mediante la recuperación de capacidades innatas que toda persona lleva dentro de sí, pero que han sido ocultadas y enterradas por la represión de la educación y los condicionamientos culturales de cada uno desde el momento de su nacimiento. Las condiciones restrictivas de la sociedad y las cualidades de la época que nos ha tocado vivir, crean individuos alineados e incapaces de salir de la espiral de bloqueos y frustraciones que parecen estar atenazando la libertad y la creatividad del ser humano moderno sin ninguna esperanza de poder salir de ello.

Con la experimentación y la práctica de los pases mágicos de la Tensegridad hemos descubierto, no solo la manera de salir del alineamiento al que parece estar condenado el ser humano moderno, sino también la manera de obtener el impulso y el coraje necesarios para emprender una nueva forma de vivir y de estar en este mundo, tan cambiante en la actualidad, y crear las condiciones necesarias para vivir nuestras vidas de una manera plena y altamente satisfactoria.
También hemos aprendido a “ver” y rastrear la energía, fluyendo en la dirección de ésta, para estar en armonía con la vida y convertirnos en el río, sin empujar el río. Un guerrero salta un muro en lugar de golpearse contra el muro. Y este espíritu de guerrero que ahora nos impregna lo reconocemos como propio, porque desde siempre ha estado en el interior de nuestros corazones y ahora nos permitimos sentirlo y dejar que sea él quien dirija nuestras vidas.

Cuando se “ve” al ser humano sin los condicionamientos impuestos por la percepción que hemos aprendido, se le “ve” como un conglomerado de energía que se asemeja a una esfera luminosa que abarca la distancia de la persona con los brazos extendidos a ambos lados del cuerpo; esta misma distancia es en todas direcciones en torno a cuerpo de la persona y hacia arriba y hacia abajo alrededor de la persona. Debido a la interacción de la persona con el mundo y la vida moderna, la energía vital se aleja de los centros de vitalidad del cuerpo para alojarse en los límites de la esfera luminosa que es la totalidad de nuestro ser, aunque no sea visible para el ojo humano, entrenado para observar solo lo que le han enseñado. La Tensegridad permite, mediante la práctica rigurosa de los pases mágicos, devolver esa energía inherente de la que todos disponemos y devolverla a los centros de vitalidad del cuerpo.

El cuerpo humano está lleno de infinidad de centros energéticos. En Tensegridad se trabaja especialmente con cinco centros de vitalidad, por ser los más grandes, para acumular la energía necesaria para la realización de todas las actividades que requiere la persona en su vida. Los principales centros de vitalidad que se trabajan con Tensegridad son:
El Centro de la Acción Inmediata. Este centro se encuentra ubicado en la zona derecha del cuerpo, en la región del hígado y la vesícula biliar. En este centro de vitalidad se encuentra la energía necesaria para que la persona realice todo aquello que tiene que hacer de manera inmediata.
El Centro del Sentimiento. Este centro se localiza en la zona del páncreas y del bazo, en la parte izquierda del cuerpo. La energía de este centro es la que usamos cuando sentimos cualquier cosa que llegue a suceder y afectarnos, para luego ser interpretado por el cerebro y sacar desde ahí las conclusiones que ya vienen condicionadas por las experiencias pasadas en situaciones que interpretamos como similares.
El Centro de la Acción Sostenida. En este centro de vitalidad del cuerpo se acumula la energía que nos mantiene con vida desde el momento del nacimiento, hasta el momento presente y hasta el mismo momento de la muerte. La calidad, así como la acumulación de energía en este centro de vitalidad, va a definir la calidad de nuestra vida en cuanto a la resistencia ante las enfermedades y la vitalidad general del organismo. Es la energía del “cielo anterior” de la Medicina Tradicional China, también llamada la energía heredada de nuestros padres, la cual se puede mejorar notablemente, dando así continuidad a la evolución del ser humano como especie. El Centro de la Acción Sostenida se encuentra ubicado en la región de las glándulas suprarrenales y los riñones, en la parte baja de la espalda.
El Centro de las Decisiones. Este centro es de vital importancia para la persona, para su expresión y manifestación en la vida como persona y para la toma de decisiones. El ser humano moderno ha sido incapacitado para tomar decisiones desde las etapas más tempranas de su existencia. Por ello, se han creado las grandes corporaciones y estamentos encargados de tomar las decisiones por toda la humanidad. Es el sistema social del que formamos parte. Por este motivo, el Centro de Decisiones se encuentra prácticamente sin energía en el ser humano moderno. Este centro se encuentra ubicado, en el cuerpo humano, entre las clavículas y la punta del esternón, en el hueco que forma una V en la base del cuello.
El Centro de la Matriz. Este centro exclusivo de las mujeres es de vital importancia para toda la especie humana en su proceso de evolución. A la matriz solo se le ha dejado la función primaria que es la de reproducción. Pero, la matriz tiene otra función que es la de la percepción pura de la energía tal como fluye en el universo. Acumular energía en la matriz permite a la mujer, y por ende a toda la especie humana, recuperar el vínculo directo que le une con el espíritu. En estos tiempos que estamos tan inmersos en el materialismo es fundamental que la hembra de la especie humana recupere la función secundaria que yace dormida en su interior. La función del hombre en este centro de vitalidad es la de apoyo y de acompañamiento.

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jueves, 28 de mayo de 2015

Acechando la Importancia Personal

Nos acechamos a nosotros mismos no desde el punto de vista de lo que somos, sino de lo que podemos llegar a ser; de modo que cuando hemos observado ciertas conductas durante un tiempo suficiente, nos ocupamos en cambiarlas. El acecho que se realiza con la suficiente seriedad produce en sí mismo algún cambio, pero todos los resultados de este cambio pueden ser estropeados por la importancia personal. Si se comienza con el acecho sin haber conquistado el falso orgullo, nuestro acecho va a ser boicoteado por esa parte de nosotros mismos que está llena de vanidad y arrogancia, de modo que después de un tiempo uno puede encontrarse en un estado peor que en el que empezó. Ocurre muchas veces que uno se da cuenta del peligro de su importancia personal y si fracasa en sus esfuerzos por erradicarla, ésta se hace más fuerte. Hay que explicar una vez más que el solo deseo de querer erradicar la importancia personal destruye la mayor parte; por ello, es importante aprender a cultivar la actitud correcta desde el principio.

Una actitud correcta es el resultado de actos impecables. Casi toda nuestra importancia personal se basa en la acusación y en la culpabilidad. Si por medio de la disciplina nos damos cuenta de que nosotros somos la causa de todo lo que nos ocurre, nuestra condición hacia la importancia personal comenzará a cambiar. Con el tiempo, esta acción impecable llega a convertirse en un proceso permanente, y entonces la importancia personal deja de mostrar su cara, y apenas, en ocasiones cada vez menos frecuentes. Precisamente por ser permanente este proceso tiene poder sobre la importancia personal y la controla justo desde el primer momento.

Tenemos en nosotros ciertos potenciales que no usamos. Somos muy predecibles pero existen en todos nosotros un atisbo de luminosidad del que podemos asirnos para comenzar a desarrollar nuestra acción impecable. Se puede saber lo que se puede hacer para deshacernos de la importancia personal, porque la posibilidad de hacer algo en lugar de dejar que las cosas ocurran puede aumentarse rápidamente. Uno se puede sentir obligado a hacer algo de una manera establecida; pero, cuando sea necesario, también puede obligarse a no-hacer.

Existe un enorme poder en la atención. El poder está en el hecho de acechar todo lo que somos y hacemos. A este acto de poner atención le llamamos “acecho” y al incorporarlo como parte de nuestro hábito se convierte en una actitud permanente que se desarrollará eternamente.

Cuando uno encuentra en sí mismo una inclinación hacia la manifestación de su importancia personal, no puede hacer nada acerca de ella en ese preciso momento, porque está acostumbrado a ese tipo de reacciones; pero después de algún tiempo de acechar las debilidades de su importancia personal sus reacciones van a cambiar de manera espontánea y natural. Este procedimiento tiene que ser muy bien entendido y este entendimiento tiene que ser bastante profundo. El acecho es un procedimiento que puede aplicarse a muchas cosas diferentes, de hecho hay que aplicarlo a todas las facetas de uno mismo. Ésta es realmente la única cosa que se puede hacer, no se puede hacer nada más. Este es el modo directo de luchar contra la importancia personal, acechándola como a conejos, ya que no hay modo de prevenirlas excepto estando preparado para ella de antemano. Un darse cuenta “de pasada” nos ayudará. Es fundamental darse cuenta de cuánto se pierde por actuar desde la importancia personal, pues hace imposibles muchas cosas deseables y se pierde exactamente aquello que se quiere conseguir.

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miércoles, 20 de mayo de 2015

Preparando el Ensueño

El primer paso para ser un ensoñador es plantearse serlo con firmeza, con ánimo de investigador y apartando todos los miedos. Antes de practicar ninguna técnica de inducción de ensueño se deben recordar al menos un sueño normal por noche.

Los sueños tienden a olvidarse con mucha facilidad pasados tan sólo unos instantes después de despertar. Aunque creamos tenerlos fijados en la memoria, si no se anotan inmediatamente descubriremos que hemos perdido muchos detalles o quizás el sueño completo. El simple cambio de posición del cuerpo en la cama ya distrae nuestra atención y nos hace olvidar parte del guion de los sueños.


Uno de los factores principales del olvido de los sueños es el miedo. Los sueños nos muestran, en ocasiones, todo aquello que nos impide desarrollarnos en plenitud: fracasos, temores, deseos no cumplidos... Esto hace que muchas personas deseen olvidarlos en vez de enfrentarse con sus temores y superarlos. Si consideramos a los sueños como a un amigo, y no como a un censor, lograremos superar esos temores. Los sueños normales son una vía para descubrirse a sí mismo y para superar muchas de las tendencias negativas por las que dirigimos la vida.

Tres Pasos Hacia el Recuerdo de los Sueños
1) Comienza un diario de sueños. Consigue un cuaderno o un diario donde te resulte fácil anotar todos los sueños que tengas durante la noche. El diario debe ser manejable, para utilizarlo cómodamente sin necesidad de levantarte de la cama. Un bolígrafo con luz incorporada también es muy útil. Deja el diario y el bolígrafo cerca de tu cama.

2) No te muevas al despertarte. Cuando despiertes, mantén los ojos cerrados, relájate, no hagas ningún movimiento y rememora las imágenes del sueño de atrás hacia adelante. Si después de unos minutos no recuerdas ningún sueño vuelve a dormirte con el deseo de recordar tus sueños la próxima vez. Aleja de tu mente todos los demás pensamientos (la hora que es, lo que tienes que hacer al día siguiente, el posible significado del sueño, etc.).

3) Escribe la pauta del sueño. Al principio sólo recordarás algunos fragmentos. No los ignores. Junta los fragmentos que lleguen a tu mente en un orden lógico (si lo tienen) y escribe la pauta del sueño. Recuerda todos los detalles: emociones, conversaciones, pensamientos, acciones, imágenes... Todo lo que esté relacionado con el sueño es importante. Plantéate que es probable que te despiertes varias veces a lo largo de la noche y que has de utilizar unos minutos para escribir todos los detalles de tus sueños que recuerdes. Si tu ánimo en mitad de la noche no es precisamente el de un escritor, entonces anota sólo las palabras clave para retomar la pauta por la mañana y completarla. Es probable que pierdas todos los fragmentos que no anotes de inmediato. Cuando vuelvas a dormirte es posible que sueñes y despiertes de nuevo. Anota todos los sueños. Debes tener fuerza de voluntad para hacerlo, aunque te sientas muy adormecido en el momento de despertar.

Algunas Recomendaciones Adicionales
El primer sueño de la noche es el más corto, de unos diez minutos, mientras que en las primeras horas de la mañana pueden durar de cuarenta y cinco minutos a una hora.
Conseguirás despertarte después de cada sueño tan sólo con desearlo antes de irte a dormir.
Dormir durante períodos más cortos, con una siesta por la tarde, reporta un mayor número de sueños además de hacerte sentir más descansado.
Todo lo que sentiste, viste u oíste en el sueño es importante y debería ser registrado en tu diario.
Si sigues estos primeros consejos puedes conseguir una media de cuatro a cinco sueños muy vívidos al día. El objetivo es que alguno de esos sueños vívidos se convierta en ensueño.

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domingo, 26 de abril de 2015

Desarrollando la Voluntad

La vida no es lo suficientemente larga como para cambiar nuestro estado de ser si trabajamos en ella igual que en todo lo demás. Conseguir algo solo es posible si se usa un método más perfecto. La primera condición es el entendimiento. Todo lo demás resulta proporcional al entendimiento. También hay que hacer esfuerzos en relación con la voluntad y las emociones. Hay que ser capaz de ir contra uno mismo para renunciar a la propia voluntad.


Primero hay que preguntarse: ¿qué es la voluntad? No tenemos voluntad, de modo que ¿cómo vamos a renunciar a lo que no tenemos? Esto significa, en primer lugar, que no estamos de acuerdo con que no tenemos voluntad; solo asentimos de palabra. En segundo lugar, no tenemos siempre voluntad, sino solo a veces. Voluntad significa fuerte deseo. Si no hay fuerte deseo, no hay nada a lo que renunciar; no hay voluntad.

Aquí se mezclan muchas cosas. No sabemos cómo pensar sobre la voluntad. Una parte de nosotros se da cuenta de que somos máquinas, pero al mismo tiempo queremos actuar según nuestra propia opinión. En ese momento se debe ser capaz de parar, de no hacer lo que se desea. Esto no se aplica a momentos en los que no se tenga intención de hacer nada, pero se debe ser capaz de pararse si el deseo va contra las reglas o principios, o contra lo que se ha dicho.

Es importante entender dos cosas: qué no podemos “hacer” y que vivimos bajo la ley del accidente. En la mayoría de los casos, la gente cree que puede “hacer”, que puede conseguir lo que quiere y que el que esto no suceda es puramente accidental. La gente piensa que los accidentes son muy raros y que la mayoría de las cosas son debidas a la ley de causa y efecto. Esto es completamente falso. Es necesario aprender a pensar correctamente; entonces veremos que todo sucede y que vivimos bajo la ley del accidente.

En relación con “hacer”, es difícil darse cuenta de que, por ejemplo, cuando la gente construye un puente eso no es “hacer”: es solo el resultado de todos los esfuerzos previos. Es algo accidental. Para entenderlo, pensemos en el primer puente que Adán construyera y de toda la evolución de la ingeniería de puentes. Al principio es algo accidental –un árbol cae atravesando un río, luego el hombre construye algo parecido, y así sucesivamente−. La gente no “hace”; una cosa viene detrás de la otra.

Si recordáramos que no podemos hacer nada, también recordaríamos muchas otras cosas. Generalmente hay tres o cuatro obstáculos, y si no se tropieza con uno, se hace con el siguiente. El “hacer” es uno de ellos. En conexión con esto, hay algunos principios fundamentales que no se deben olvidar. Por ejemplo, que hay que mirarse a uno mismo y no a otras personas; que la gente no puede hacer por sí misma, pero que si es posible el cambio éste solo se realizará con la ayuda del sistema, con la organización, el trabajo personal y el estudio del sistema.

Es solo cuando se intenta de verdad hacer algo diferente del modo en que sucede cuando uno se da cuenta de que es absolutamente imposible hacerlo diferentemente. La mitad de las preguntas que se hacen son sobre el “hacer” –cómo cambiar esto, destruir aquello, evitar esto otro, y así sucesivamente−. Pero para cambiar incluso una cosa mínima hace falta un esfuerzo enorme. Uno se convence de ello hasta que lo intenta por sí mismo. Solo a través del sistema se puede cambiar algo. Esto es algo que suele olvidarse.

Todo sucede. Nadie puede hacer nada. Desde el momento en que nacemos hasta el momento en que morimos las cosas suceden, suceden y suceden, y nosotros pensamos que “hacemos”. Ésta es la condición normal en la vida. Incluso en uno mismo, el “hacer” empieza muy a menudo por no hacer. Antes de poder hacer algo que antes no podíamos, se deben no hacer muchas cosas que antes se hacían.

La gente no quiere abandonar la idea de que puede “hacer”, de modo que si llega a la conclusión de que las cosas suceden lo natural es encontrar excusas, tales como “esto ha sido un accidente pera mañana será diferente”. Esto es por lo que no podemos asimilar esa idea. Durante toda nuestra vida vemos que las cosas suceden, pero seguimos explicándolas como accidentes, como excepciones a la regla de qué podemos “hacer”. O nos olvidamos, o no vemos, o no prestamos atención suficiente. Siempre creemos que en cualquier momento podemos empezar a “hacer”. Tal es nuestro modo ordinario de pensar sobre el tema. Podemos ver en nuestra vida una ocasión en la que intentamos hacer algo y fracasamos, y así tendremos un ejemplo de lo dicho, porque comprobaremos que nuestro fracaso fue explicado como un accidente, como una excepción. Si las cosas se repitieron, todavía seguimos pensando qué podíamos haber hecho, y si de nuevo vemos lo mismo, aun explicaremos nuestro fracaso como simplemente un accidente. Resulta muy útil repasar la propia vida desde este punto de vista. Intentemos hacer algo, pero algo diferente sucedió. Si somos realmente sinceros lo veremos; si no, llegaremos hasta persuadirnos de que lo que sucedió era exactamente lo que queríamos.

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sábado, 4 de abril de 2015

La Manipulacion Nuestra de Cada Dia

A lo largo de la historia el ser humano en sus mitologías más conocidas ha concebido el juego de la creación como una manipulación de titiriteros o una obra artesanal.
Por ejemplo: en la mitología cristiana Dios creó a Adán y Eva, les hizo un paraíso, lo ocuparon, luego fueron desterrados de él y su destino pasó a ser manejado por hilos invisibles manipulados por un dios que premia, castiga y culpabiliza; esto se repite en otras mitologías. Siempre aparecemos pasivos, como un rebaño de pacientes ante fuerzas que nos crearon y se fueron. Dioses que se pulieron haciendo el universo como buenos artesanos y luego se fueron dejándonos unas leyes que muchas veces se han llamado naturales, aunque al final no todas lo son, y aún más, hasta cambian con el transcurso del tiempo.


El panorama puede cambiar si en vez de vernos como simples criaturas productos de barro, soplos y costillas lanzados primero al paraíso y luego desterrados de él, nos vemos como partes integrantes y no como entes pasivos o bloques inertes de la creación. Pero tenemos como característica la de creer y querer ser creados mecánica y artesanalmente para después ufanarnos de ser manipuladores de lo creado poniendo la naturaleza a nuestro servicio; es un antropocentrismo del que aún no hemos salido.

Creamos ideas, pensamientos, explicaciones y las volvemos verdades y dogmas. La ciencia hegemónica está llena de estos ejemplos. Creamos y nos crean dioses, gurús, santos, santones y verdades científicas. Terminamos creyendo en nuestros propios fantasmas y creencias, les entregamos nuestro destino y después les reclamamos porque se fueron o porque ya no tienen validez, pero no es que se hayan ido o perdido validez, lo que pasó es que nunca existieron pues fueron obras míticas de nuestras necesidades de explicación de muchas cosas.

Pero es que dentro de la civilización esquizofrénica del reduccionismo de las especialidades, todos aspiramos o creemos tener acceso a pedacitos del conocimiento que confundimos con verdad. El teólogo nos impone su dios y nos dice cómo hablar con él, el maestro nos dice lo que debemos saber y lo que debemos pensar, nunca, lógicamente, se nos enseña el cómo pensar, eso casi nadie lo sabe, ni se estila; el estado nos muestra la senda resolutiva de problemas sociales por la que debemos transitar, la religión nos libera o nos llena de culpas y nos da el vademécum para alcanzar la vida eterna, las leyes sociales juegan a las modas y a los criterios, la medicalización nos indica cómo debe funcionar nuestro cuerpo físico, las comunicaciones nos explican la historia que estamos viviendo, y nos la cuentan a su amaño, o al amaño del amo de turno. Pero como todo es un círculo vicioso, el que quiere representar a dios es manejado por el que le tasa los glóbulos blancos, a su vez a éstos dos el político les muestra el camino, al final el maestro, el político, el religioso, el gobernante, las comunicaciones y la medicina manipulan y son manipulados por ellos mismos.

La desgraciada uniformidad de ser manipuladores-manipulados, títeres y titiriteros nos impide ver esa realidad. Es como un país imaginario en donde como todos son ciegos no se dan cuenta de que lo son, el raro y “mal visto” será el vidente, así como raro y mal visto en el mundo manipulador es el que clama por la libertad. Al país de los manipuladores-manipulados es posible que llegue una fuerte corriente de pensamiento a pedir libertad, a querer terminar el juego y a ejercer su derecho de libre pensador, eso sería una posibilidad alternativa o revolucionaria.
Se buscaría que en el país de los ciegos se acepte algún tipo de tonalidad y los videntes también acepten que los ciegos pueden tener otra percepción del mismo mundo, sin que los ciegos tengan que volverse videntes o éstos enceguecerse.

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martes, 3 de marzo de 2015

El Convocador

Un convocador es un recurso de la atención, una manera de acceder a otro nivel de conciencia. Podemos usar, así, cualquier cosa para sintonizar con el Espíritu porque, finalmente, está detrás de todo lo que existe. Pero ciertas cosas nos atraen con más fuerza que otras.
Por lo común la gente tiene sus oraciones, sus rezos y sus amuletos, o elabora rituales privados o colectivos. Los guerreros de la vieja guardia eran propensos al misticismo; usaban la astrología, oráculos y conjuros, objetos de poder, cualquier cosa que burlase la vigilancia de la razón.
Pero para los nuevos guerreros esos recursos son un despilfarro y ocultan un peligro, pudiendo desviar la atención de la persona que, en lugar de enfocarse en su vínculo inmediato con el Espíritu, se hace adicta al símbolo. Los guerreros actuales prefieren métodos menos teatrales. Lo recomendable es intentar directamente el silencio interior.


El camino del guerrero es el arte del silencio. El silencio es un pasadizo entre los mundos. Al dejar a un lado nuestra mente, emergen aspectos increíbles de nuestro ser. A partir de ese momento, la persona se hace vehículo del intento y todos sus actos comienzan a rezumar poder.
El intento no es un concepto que se pueda o se quiera definir. Cuando se practica, uno lo percibe. Si se trata de entender, se bloquea. No hay que verlo como algo difícil o complejo, porque no es nada del otro mundo; tan solo es, acallar la mente. El silencio mental no es solamente la ausencia de pensamientos. Más bien, se trata de suspender los juicios, de atestiguar sin interpretar. Entrar al silencio se puede definir, según el contradictorio modo de los guerreros-viajeros, como “aprender a pensar sin palabras”.
Existen guerreros que consiguieron parar su dialogo interno y ya no interpretan, son pura percepción; nunca se desilusionan ni arrepienten, pues todo lo que hacen parte del centro de la decisión. Han aprendido a lidiar con su mente en términos de autoridad y viven en el más auténtico estado de libertad.

Somos animales predatorios que, a fuerza de domesticarnos, hemos terminado por convertirnos en rumiantes. Pasamos la vida regurgitando una lista interminable de opiniones sobre casi todo. Los pensamientos nos llegan en racimos; uno empalma con el otro, hasta rellenar todo el espacio de la mente. Ese ruido no tiene ninguna utilidad, porque, prácticamente en su totalidad, está dirigido al engrandecimiento del ego.
Los resortes del dialogo interno se nutren de nuestra historia personal, por lo tanto llegar al silencio interior es un asunto muy privado.
Sin embargo, a través de milenios de prácticas, los chamanes han observado que, en el fondo, somos muy parecidos y hay situaciones que tienen el efecto de silenciarnos a todos por igual.

El silencio empieza con una orden, un acto de voluntad que se convierte en el comando del Águila. Sin embargo hemos de tener en cuenta que, mientras nos impongamos el silencio, nunca estaremos verdaderamente ahí, sino en la imposición. Hay que aprender a transformar la voluntad en intento.
El silencio es tranquilo, es un abandonarse, dejarse ir. Produce una sensación de ausencia, como la que tiene un niño cuando se queda mirando al fuego. ¡Qué maravilla recordar ese sentimiento, y saber que se puede volver a evocar!

La técnica de observar, es decir, de contemplar el mundo sin ideas preconcebidas, funciona muy bien con los elementos. Por ejemplo, con las llamas, la caída del agua, las formas de las nubes o la puesta del Sol. Los chamanes le llaman “engañar a la máquina”, porque, en esencia, consiste en aprender a intentar una nueva descripción.
Lo importante es que nuestro intento sea inteligente. De nada sirve que nos esforcemos por llegar al silencio si primero no le creamos condiciones favorables para que se sostenga. Por lo tanto, además de ejercitarse en la observación de los elementos, un guerrero está obligado a hacer algo muy simple, pero muy difícil: ordenar su vida.

Los chamanes de la antigüedad solían emplear plantas de poder para detener el dialogo interno. Pero los guerreros actuales prefieren condiciones menos arriesgadas y más controladas. El método preferido de los guerreros es la recapitulación. La recapitulación detiene la mente de una forma natural.
El principal alimento de nuestros pensamientos son los asuntos pendientes, las expectativas y las defensas del ego. Es muy difícil encontrar una persona cuyo dialogo interno sea sincero; lo común es que disimulemos nuestras frustraciones yéndonos al extremo opuesto. Así, el contenido de nuestra mente se convierte en una exaltación al yo.
Recapitular acaba con todo eso. Después de un tiempo de esfuerzo sostenido, algo se cristaliza dentro de nosotros. El dialogo habitual se nos hace incoherente, incomodo; y no queda otro remedio que pararlo.

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