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Tradicion Tolteca

El Camino del Guerrero Grupos de Práctica

La Tensegridad es un arte: el arte de adaptarse a la propia energía, a la energía de los demás y al entorno que nos rodea de tal manera, que este acto contribuya a la integridad de la totalidad que somos.

Ejecutar los pases mágicos de la Tensegridad individualmente y en grupo es una actividad asidua con el cuerpo, responsable de los numerosos cambios positivos que se producen en la personalidad. Estos cambios van precedidos generalmente de un entendimiento más profundo de uno mismo, tanto en función del pasado como en función del cuerpo.

La Tensegridad tiene como objetivo ayudar al individuo a recuperar las funciones fundamentales de respirar, moverse, sentir y expresarse a sí mismo; promoviendo dinámicamente la salud y su bienestar.

Cuando la Tensegridad se convierte en una parte natural de nuestra vida, quedamos sorprendidos por la gran cantidad adicional de energía que tenemos para realizar nuestras actividades de cada día.

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sábado, 25 de octubre de 2014

El Umbral del Silencio

El silencio interno es un pasadizo entre los mundos. Al callar nuestra mente, emergen aspectos increíbles de nuestro ser. A partir de ese momento, la persona se hace vehículo del intento y todos sus actos comienzan a rezumar poder.
El silencio mental no es solamente la ausencia de pensamientos. Más bien, se trata de suspender los juicios, de atestiguar sin interpretar.

Entrar al silencio se puede definir, según el contradictorio modo del chamanismo, como “aprender a pensar sin palabras”
Lo podríamos definir como un estado peculiar de ser, en que los pensamientos se cancelan y uno puede funcionar a un nivel distinto al de la conciencia cotidiana. El silencio interno consiste en suspender el diálogo interno, el compañero perenne del pensamiento y debido a eso, es un estado de profunda quietud.
Los chamanes de la antigüedad, le llamaron silencio interno porque es un estado en el cual la percepción no depende de los sentidos. Lo que funciona durante el silencio interno es otra facultad que posee el hombre, una facultad que hace de él un ser mágico, la misma facultad que ha sido restringida, no por el hombre mismo, sino por una influencia extranjera.

El silencio interno, es la postura de donde proviene todo en el chamanismo. En otras palabras, todo lo que hacemos conduce a esa postura, que como todo lo demás en el mundo de los chamanes no se revela hasta que algo gigantesco nos sacude.
Los chamanes del México antiguo concibieron interminables modos de sacudirse hasta los cimientos para llegar a ese estado codiciado del silencio interno. Consideraban los actos más estrafalarios, que parecen estar de lo más aislados de la búsqueda del silencio interno, como el saltar a una caída de agua, o pasar la noche colgado cabeza abajo de una rama de un árbol, como factores claves que lo hacían aparecer.
El silencio interno es acumulativo. Los chamanes del México antiguo descubrieron que cada individuo tenía un umbral diferente de silencio interno en cuanto a tiempo, es decir, que el silencio interno debe ser mantenido por cada uno de nosotros durante el período de tiempo de nuestro umbral específico antes de que funcione.
Cuando un guerrero para su dialogo interno ya no interpretan, se convierte en pura percepción; nunca se desilusiona ni se arrepiente, pues todo lo que hace parte del centro de la decisión. Ha aprendido a lidiar con su mente en términos de autoridad y vive en el mas autentico estado de libertad.
Pasamos la vida regurgitando una lista interminable de opiniones sobre casi todo. Los pensamientos nos llegan en racimos; uno empalma con el otro, hasta rellenar todo el espacio de la mente. Ese ruido no tiene ninguna utilidad, porque, prácticamente en su totalidad, está dirigido al engrandecimiento del ego.
Los resortes del dialogo interno se nutren de nuestra historia personal. Sin embargo a través de milenios de prácticas, los chamanes han observado que, en el fondo, somos muy parecidos y hay situaciones que tienen el efecto de silenciarnos a todos por igual.
El silencio empieza con una orden, un acto de voluntad que se convierte en el comando del Águila. Sin embargo hemos de tener en cuenta que, mientras nos impongamos el silencio, nunca estaremos verdaderamente ahí, sino en la imposición. Hay que aprender a transformar la voluntad en intento.
El silencio es tranquilo, es un abandonarse, dejarse ir. Produce una sensación de ausencia, como la que tiene un niño cuando se queda mirando al fuego. ¡Que maravilla recordar ese sentimiento, saber que se puede volver a evocar!
La técnica de observar, es decir, de contemplar el mundo sin ideas preconcebidas, funciona muy bien con los elementos. Por ejemplo, con las llamas, la caída del agua, las formas de las nubes o la puesta del Sol. Los chamanes del nuevo ciclo le llaman “engañar a la máquina”, porque, en esencia, consiste en aprender a intentar una nueva descripción.
Lo importante es que nuestro intento sea inteligente. De nada sirve que nos esforcemos por llegar al silencio si primero no le creamos condiciones favorables para que se sostenga. Por lo tanto, además de ejercitarse en la observación de los elementos, un guerrero está obligado a hacer algo muy simple, pero muy difícil: ordenar su vida.

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jueves, 23 de octubre de 2014

La Voz del Espiritu

Los parámetros de nuestra percepción normal nos han sido impuestos como parte del proceso de adaptación social, no en forma por completo arbitraria pero con todo prescritos de manera forzosa. Uno de los aspectos de dichos parámetros obligatorios es el sistema de interpretación que convierte los datos sensoriales en unidades significativas, las cuales convierten al orden social en una estructura de interpretación.

Nuestro funcionamiento ordinario dentro del orden social requiere una adhesión ciega y fiel a todos sus preceptos, ninguno de los cuales da cabida a la posibilidad de percibir energía de manera directa; por ejemplo, percibir a los seres humanos como campos energéticos en forma de enormes y blanquecinas esferas luminosas.

A fin de lograr la hazaña de aumentar nuestra capacidad de percepción requerimos energía interna. Tal aumento de la percepción debe constituir una nueva forma, mesurada y pragmática, de percibir. De ningún modo puede constituir, simplemente, la continuación de la percepción del mundo cotidiano.

Para cambiar tenemos que cumplir con tres condiciones. Primero, debemos anunciar en voz alta nuestra decisión de cambiar, para que el intento nos oiga. Segundo, debemos conservar nuestro firme propósito a lo largo de cierto periodo de tiempo. No podemos empezar algo y abandonarlo en cuanto nos desanimemos. Tercero, debemos ver el resultado de nuestras acciones con un sentido de desapego total. Esto significa que no podemos darnos a la idea de tener éxito o de fracasar. Siguiendo estos tres pasos se puede cambiar toda emoción y deseo indeseable en uno.

Todo tiene una forma, pero además de la forma exterior existe una conciencia interior que rige las cosas. Esta conciencia silenciosa es el espíritu. Es una fuerza que lo abarca todo y que se manifiesta de diferente manera en diferentes cosas. Esta energía se comunica con nosotros.
Lo que es llamado la voz del espíritu es más bien una sensación. También puede ser una idea que de pronto irrumpe en la cabeza. A veces es como un anhelo por ir a algún sitio vagamente familiar, o por hacer algo también vagamente familiar.
La voz del espíritu es una abstracción que nada tiene que ver con voces, pero es posible que a veces las escuchemos. El espíritu es una fuerza abstracta, ni buena ni mala. Una fuerza que no tiene interés alguno en nosotros, pero que a pesar de ello responde a nuestro poder. No a nuestras oraciones, sino a nuestro poder.
La voz del espíritu sale de la nada. Sale de la profundidad del silencio, del reino del no ser. Solo se escucha esa voz cuando estamos totalmente quietos y equilibrados.

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domingo, 5 de octubre de 2014

La Genuina Batalla

En el arte de la guerra, una vez que se tiene el valor y la decisión de ir a la pelea, lo primero que se debe hacer es observar al enemigo para conocerlo bien y saber cómo combatirlo.

Tomoe Gozen

Creo que somos bienes inmuebles, accesorios, ganado. Pienso que pertenecemos a algo; que antaño la Tierra era una especie de no man’s land que otros mundos exploraron, colonizaron y se disputaron entre ellos.
Charles Hoy Fort, 1910

Desde hace miles de años hemos sido colonizados por el volador, un ser inorgánico que drena nuestra luminosidad y nos convierte en unos egomaníacos. Los chamanes lo hicieron público a finales del siglo pasado. Los voladores nos han dado el sistema social, las religiones basadas en la súplica y la autocompasión, las ideas sobre el bien y el mal y, sobre todo, la creencia totalmente infundada de que somos los propietarios de este planeta y podemos enseñorearnos sobre todas sus formas de vida.
Cualquiera puede comprobar la existencia de los voladores si está dispuesto a disciplinarse y tiene el coraje para hacerlo. Te aseguro que después de comprobar empíricamente la existencia del volador nada vuelve a ser como antes. Los voladores nos han sometido a través de una maniobra muy sofisticada: han interrumpido nuestra evolución al darnos su mente, a la que los chamanes videntes llaman "instalación foránea". La mente foránea es mórbida, barroca, egomaníaca, paranoica, contradictoria y carente de concentración. Todo lo que se opone a estos aspectos permite tomar contacto con la no-mente, la conciencia humana propiamente dicha.

A la mayoría de la gente le puede parecer inconcebible esto que se plantea aquí, sin embargo es algo que se puede comprobar por uno mismo. Para los niños es más fácil ver a este depredador inorgánico. Durante la niñez, el volador va implantando su dominio, pero los niños tienen la ocasión de oponer resistencia y no dejarse drenar. Los niños tienen la capacidad de ver a los seres inorgánicos, muchos de los cuales pueden ser fabulosos guías y guardianes. Algunos de esos seres inorgánicos pueden ser nuestros aliados naturales si los tratamos como iguales, con afecto, aunque sean infinitamente más antiguos y sabios que nosotros.

Para combatir al volador hay básicamente cuatro armas: asombro, voluntad, humor, concentración. Cuando experimentamos genuino asombro ante algo que normalmente nos produce rabia, miedo o tristeza, el volador sale disparado porque nos volvemos desabridos y no se puede comer nuestra luminosidad. Cuando estamos atrapados en el yo de la importancia personal generamos llamaradas de energía de las que se alimenta esta conciencia. Todo lo que nos aleje de la mente del yo nos vuelve incomibles. Un elemento práctico para hacer esto es eliminar las quejas, la importancia personal en sus dos aspectos, ya sea como arrogancia o autocompasión. Por ejemplo creer que somos “especiales” o que nos merecemos mejores condiciones de vida sin hacer ningún esfuerzo para alcanzarlas. Todo lo que represente victimización, el sentimiento borrego de que somos unos pobrecitos a los que se les infligen injusticias y lloriqueamos por eso, todo eso nos convierte en comida de su majestad el volador.

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domingo, 14 de septiembre de 2014

La Conciencia Inorganica


Los voladores son una especie de seres inorgánicos que se alimentan de la conciencia humana. Estos "servidores del Águila" comen de nosotros hasta el punto de que la única conciencia que tenemos para los asuntos cotidianos, es usada para la autorreflexión. Los voladores nos han comido hasta los pies, literalmente. Cuánto más egomaníaca es nuestra preocupación, mejor sabor tenemos para los voladores. De todas maneras podemos producir una conciencia que es rechazada por los voladores, desarrollada a través de la disciplina y repugnante para ellos, y que podemos conservar. Los voladores son esencialmente energía impersonal, pero predatoria como todos los seres del universo.

"Todo es el producto de la interacción de dos fuerzas". Las situaciones siempre son resultado de una dicotomía, -por ejemplo, grupos enfrentados en el trabajo o en otras instituciones- y el camino del guerrero consiste en guiar esta dicotomía.

Los guerreros experimentan esta división para llegar a "lo que es permisible". El mismo tipo de dicotomía es verdadera para nuestro mundo. En una parte está el mundo de los orgánicos -incluyéndonos a nosotros y a otros organismos con conciencia. En la otra parte está el reino de los inorgánicos -entidades con conciencia pero sin organismo. "La estructura de su mundo es diferente pero complementaria a la nuestra". Los chamanes encontraron que los seres inorgánicos vienen hasta ellos en sueños. Los sueños, al menos cierta clase de sueños especiales, son "compuertas" que se abren para pasar a la parte del universo de los seres inorgánicos, y que les permite a ellos pasar a nuestro mundo. Solamente en sueños puede uno equilibrar nuestra energía suficientemente para percibir este otro reino. De otro modo, nuestra velocidad es demasiado rápida para percibirlos.

Los antiguos chamanes hallaron que los sueños daban acceso al reino de los inorgánicos y a otros reinos. Llamaron a los seres que allí habían "los aliados". Este término no es adecuado, desde luego, ya que esos seres no son capaces de actuar como aliados en ese reino. En el momento que usas la “puerta”, entras en un mundo verdadero y bien organizado tanto si te gusta como si no. Un guerrero entrena su atención de ensueño desarrollándola al principio al recordar que debe enfocar sus ojos en cada objeto y enfocarlos durante algo más de un vistazo, y entonces moverse a otro objeto, y luego otro.

Para cada individuo hay un umbral de objetos en los que podemos enfocarnos hasta que el sueño se transforma en algo más. En los sueños no ordinarios, una vez que se alcanza este umbral, uno se abre a algo más. Tales sueños especiales son anunciados por algo bastante inusual -por ejemplo, una imagen como un pez volador. Una vez que aprendes a atrapar tu atención, se puede llegar a la compuerta siempre que uno se "tropiece con un sueño que no es un sueño.,".

La atención de ensueño es otra fuente de disciplina que nos hace inalcanzables para los voladores. Una vez se cruza la puerta, algo acude para llevarnos a otra capa de la cebolla, o al universo dual de los seres inorgánicos. Se controla la dirección en la que se va, al decir en voz alta tu intento -esencialmente al dar una orden, como "Llévame a tu mundo". Lo único que escuchan es una orden directa, no es bueno suplicarles, gemir o actuar apaciguadoramente. Tú no les ordenas de modo arrogante, sino con fuerza, de manera convincente. Una vez que dices en voz alta tu deseo de ir, esas bolas de energía te llevan.

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sábado, 6 de septiembre de 2014

El Nagualismo y la Modalidad de la Epoca

La modalidad de la época absorbe experiencias y conocimientos para ponerlos en función de la realización individual o de una plataforma chovinista basada en la etnicidad de los naguales. Pero en sentido estricto el interiorismo es la óptica con que la mayoría de la gente toma contacto con el nagualismo y las prácticas que le están asociadas (pases mágicos, recapitulación, ensueño).

Mucha gente llena sus vidas con la sabiduría de los antiguos chamanes y guerreros de América, pero no se les suele ver acompañando a las autoridades espirituales de los pueblos originarios de la actualidad en su lucha por el reconocimiento de sus derechos. Han tomado de los "indios" un camino con corazón, pero su corazón no se muestra comprometido con esas naciones y con los territorios espirituales que han honrado y venerado durante siglos.

Tal es la lógica de la moderna sociedad occidental: adquirimos libros, videos, seminarios o entrenamientos online para incorporar prácticas que benefician nuestras vidas. ¿Pero dónde está la gratitud o la reciprocidad con el mundo del que provienen esos conocimientos? En la bibliografía nagualista se menciona a la Tierra como la fuente de la que provenimos y que nos proporciona lo necesario para poder existir, y también como un ser consciente que puede levantarnos hacia la libertad total. Pero en la práctica la conexión con ella permanece en un plano retórico o a lo sumo da pie a excursiones fugaces al mundo natural, como al caminar descalzos por el césped, tocar unos tambores al aire libre, visitar el desierto o la montaña o darse una vuelta por el bosque para impregnarse del verde de los árboles antes de regresar a las ciudades.

En la modalidad de la época, siempre parece haber algo más importante, más trascendental o significativo que una relación directa con la Tierra. Al fin y al cabo la Tierra permanecerá y nosotros sólo estamos de visita. Vinimos aquí de paso a usar las instalaciones. Lo que ocurra con ellas y con los demás seres que las necesitan no es de nuestra incumbencia. Basta con “ser conscientes”, aunque no hagamos nada. Indudablemente esta estrategia es razonable bajo el despotismo de los pinches tiranos, cuyas instituciones nadie podía criticar sin arriesgar la vida. ¿Pero se justifica en un tiempo en que los oscurantismos están en retirada o al menos ya no son omnipotentes?

Se ha perdido de vista que el modo en que nos relacionamos con la Tierra es responsabilidad de todos y es algo que sólo se puede transformar a través del ejemplo. La distinción intuitiva entre la vida interior y lo que se opone a la vida no parece formar parte de las preocupaciones de los que buscan la libertad de la percepción, por lo cual incorporan elementos provenientes de las culturas prehispánicas sin que ello modifique sus modos abióticos de vida. Algo parece hallarse implantado en la subjetividad humana que impide el reconocimiento de esta distinción, la que una vez que ha sido puesta en evidencia resulta indesmentible. Como enseñan los chamanes, lo que ha sido implantado es la mente foránea.

No está en la naturaleza del corazón humano hacer distinción entre él y la Tierra. Es una manifestación de la Tierra que toma un lugar entre sus fuerzas para oponer resistencia a la abiótica. En ese intento, el conocimiento de nuestra naturaleza como perceptores es una gran ayuda. Los logros extraordinarios de los videntes, inspirados por los chamanes paleo-americanos, pueden contribuir a la expansión de la conciencia humana, reunificando los mundos orgánicos e inorgánicos, la cognición de hombres y mujeres, la primera y la segunda atención, el tonal y el nagual, el terror y la maravilla de existir en la Tierra.

Con ese ánimo tomamos esas herramientas y las incorporamos a nuestras vidas. Contribuyen a nuestro despertar, pero no prometen ni aseguran nada. No nos concierne la restauración de la toltequidad o la transformación de las contundentes enseñanzas de don Juan y los suyos en un nuevo dogma revelado. Nuestra lucha intenta desenmascarar la instalación foránea y expandir la conciencia humana. Todo lo demás se ha vuelto superfluo para nosotros porque tarde o temprano se convierte en otra excusa del yo para gobernar nuestras vidas y las de los demás.

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viernes, 11 de julio de 2014

El Golpe del Nagual

Para que nuestra primera atención pueda enfocar el mundo que percibimos tiene que poner en relieve ciertas emanaciones. Las emanaciones seleccionadas provienen de la estrecha banda en la que se localiza la conciencia del hombre. Las emanaciones desechadas están al alcance, pero permanecen latentes, desconocidas para el hombre por toda la vida.

Las emanaciones puestas en relieve son conocidas, por los chamanes, como el lado derecho, la conciencia normal, el tonal, este mundo, lo conocido, la primera atención. El hombre común lo llama realidad, racionalidad, sentido común.
Las emanaciones desechadas, aun dentro de la banda del hombre, son consideradas como el preámbulo de lo desconocido. Lo desconocido propiamente dicho consiste en el resto de las emanaciones que son parte de la banda del hombre y jamás son acentuadas. Los chamanes las llaman la conciencia del lado izquierdo, el nagual, el otro mundo, lo desconocido, la segunda atención.

Este proceso de poner en relieve ciertas emanaciones fue descubierto y practicado por los chamanes del antiguo México al darse cuenta que un hombre nagual, o una mujer nagual, por el hecho de tener más energía que el hombre común, pueden empujar el resplandor de la conciencia y sacarlo de las emanaciones acostumbradas y moverlo a las emanaciones vecinas. Este empujón es conocido como el golpe del nagual.
El golpe del nagual es una técnica que en la actualidad se usa para guiar a un guerrero en la investigación de las posibilidades totales del hombre. Tiene que darse en un punto preciso, en el punto de encaje, y el lugar exacto varía en grados minúsculos de persona a persona. El golpe lo tiene que dar un nagual que “ve”. Es inútil tener la fuerza de un nagual y no “ver”, como “ver” y no tenerla fuerza de un nagual. En ambos casos los resultados son simplemente golpes en la espalda.

El punto de encaje no se encuentra en el cuerpo físico, sino en la esfera luminosa. El nagual identifica ese punto por su intensa luminosidad y, más que golpearlo, lo empuja. La fuerza del empujón crea una hendidura en la esfera que se siente como un golpe en el omóplato derecho, un golpe que saca todo el aire de los pulmones.
Una esfera endurecida por la absorción en sí misma no se ve afectada por el golpe del nagual. Sin embargo, en ocasiones la esfera del hombre es muy flexible y la más pequeña fuerza crea una hendidura, como un plato hondo, que varía desde una depresión del tamaño de una naranja a una que abarca la tercera parte del toda la esfera luminosa; o crea una grieta que puede recorrer a todo lo ancho de la esfera, o a lo largo, dando la impresión de que la esfera luminosa que se ha enroscado en sí misma.
Al desplazar el resplandor de la conciencia la hendidura agranda el área de la primera atención presionando a las emanaciones interiores. La fuerza de esa presión hace que el resplandor de la conciencia brille sobre otras áreas que generalmente son inaccesibles para la primera atención.

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lunes, 2 de junio de 2014

Movimientos Magicos de los Chamanes Mexicanos


El intento es la libertad que se alcanza a través del conocimiento del ser: no es sólo bienestar psíco-físico. Para los chamanes cada uno de nosotros somos como una ciudad asediada por un depredador muy especial que forma parte del universo: una fuerza invisible que ellos alcanzan a ver físicamente mientras devora nuestra energía. El depredador se apodera de nuestro saber ser uno con el fluir de todo el universo, y nos deja prisioneros del ego y por tanto infelices. Redistribuyendo la energía bloqueada con los movimientos justos, los 'pases mágicos', se puede apartar al depredador, favoreciendo el crecimiento de la sabiduría y la expansión de la percepción. Y con ello los practicantes pueden acceder a mundos inconcebibles.

Para los chamanes de México no hay nada que perder o ganar al final de la vida. Sólo se puede aspirar a continuar la lucha por la sabiduría en otros niveles de realidad. El universo permite al guerrero a transformarse por completo en conciencia del ser; así, el cuerpo físico se transforma en energía. Y en esta nueva forma le esperan nuevos desafíos.

El desapego es un atributo esencial en la vida del guerrero. El desapego implica dos cosas: un sistema de los valores, que el Espíritu revela al guerrero, y la resolución de seguir este sistema.
El tener desapego no significa andar a través de la vida como a través de un bazar, mirando ociosamente de un lado a otro, sino avanzar midiendo cada paso de acuerdo con este sistema.
La Libertad es el premio más alto sólo para aquellos que están verdaderamente dispuestos a lanzarse, a vencer todos los obstáculos y a sacarse a ellos mismos de los límites estrechos de lo ordinario y lo común.

Por eso, hay que luchar como una corriente de agua que contornea todos los obstáculos y aspira a las profundidades. Un guerrero mantiene su rumbo y no mira atrás.

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viernes, 30 de mayo de 2014

Navegantes en el Mar de lo Desconocido

La navegación es un hecho práctico, y navegar quiere decir moverse de un mundo a otro sin perder sobriedad, sin perder fuerza; y, para lograr realizar esta hazaña de navegación, no puede haber procedimientos o pasos a seguir, sino un solo acto abstracto que define todo: el acto de reforzar nuestro lazo con la fuerza que se extiende a través del universo, una fuerza que los chamanes llaman el intento. Debido a que estamos vivos y conscientes estamos de por sí, ya, íntimamente relacionados con el intento. Lo que necesitamos es hacer que ese lazo forme parte de nuestros actos conscientes, y ese acto de volvernos conscientes de nuestro lazo con el intento es otra forma de definir el conocimiento silencioso.

Si existe algo que los seres humanos necesitan para poder alcanzar el conocimiento silencioso, es reforzar su bienestar, su claridad, su determinación. Para poder intentar, se debe poseer destreza física y mental y un espíritu claro.

Los chamanes son seres sumamente prácticos que descubrieron y desarrollaron un gran número de procedimientos para alcanzar bienestar físico y mental, procedimientos que llamaron pases mágicos. El efecto de los pases mágicos fue tan abrumador para ellos, que los pases se convirtieron, a través del tiempo, en uno de los componentes más importantes en sus vidas. Como eran dados a comportamientos rituales, esos chamanes ocultaron rápidamente los pases mágicos en medio de ritos, y velaron el acto de enseñarlos o practicarlos con gran sigilo.

Los rituales fueron perdiendo su ímpetu a medida que las nuevas generaciones de practicantes se interesaron más en la eficiencia y funcionalidad. Aunque parece que los chamanes no hacen nada, más que tomar decisiones, en realidad no toman ninguna decisión. Lo único que tienen son sus descubrimientos.

Los chamanes de la antigüedad recalcaban incesantemente en la necesidad de poseer un cuerpo flexible, ágil; que promoviera su elasticidad y fuerza como el medio más seguro para alcanzar el mayor logro en la vida de un chamán: el conocimiento silencioso.

La sensatez y la habilidad física eran las dos cosas más importantes en la vida de esos hombres y mujeres. La sobriedad y el pragmatismo son los dos únicos requisitos indispensables para alcanzar el conocimiento silencioso, para entrar en otros reinos de percepción. Para navegar de manera genuina en lo desconocido se necesita una actitud de osadía, pero no de descuido. Para establecer un balance entre la audacia y el descuido, un chamán tiene que ser extremadamente sobrio, cauteloso, hábil y estar en una soberbia condición física.

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